Cómo salvarlo
El bizcochuelo quemado
Por Candelaria Sosa. (Tanti)Por Candelaria Sosa
Tanti.
Veía como el color de la mezcla iba oscureciéndose a medida que sumaba más ingredientes de cacao al intento que, hasta ese momento, era solo un intento. Siempre se quemaban o se pegaban a las fuentes, y luego, por una semana debía escuchar a mi mamá quejarse del cómo se arruinaban los utensilios de cocina que ella nunca usaba. Volviendo a mi extraña receta, la preparaba para llevarla como desayuno a la escuela. Ese día, volverían poco más tarde de lo usual y no creía resistir sin comer al menos un poco. Además, debía convidar a mis amigas, quienes son las que llevan comida y comparten.
Estaba cocinando, era una noche cálida de verano, y de repente, como es habitual en enero en las sierras cordobesas, apareció la lluvia torrencial que se filtraba por la ventana. Al otro lado de la cocina escuchaba como mi mamá ayudaba a mi hermana a preparar las maletas para un viaje que realizaría con su curso. Todos queríamos que hiciera un buen día para aprovechar la excursión. Mi hermana había contado que irían a la montaña y que un día soleado sería ideal para disfrutar del paisaje. Mientras veía los preparativos del viaje, terminé la mezcla para colocarla en el horno. El bizcochuelo iba tomando forma y yo esperaba, concentrada en las materias que tenía que afrontar. Perdí la noción del tiempo, al sonar la alarma del horno ya estaba por más de la mitad de mi tarea; al desmoldarlo no fue el bizcochuelo más perfecto del mundo, pero se veía apetitoso, si se disimulara las partes quemadas.
Cuando terminé el proceso de mi receta me preparé para irme a dormir. Al otro día, lo coloqué en un recipiente y lo llevé al colegio.
Mis compañeras no se dieron cuenta de lo quemado, yo lo había tapado de dulce de leche.