Rescatando a un poeta olvidado

La poesía de Oscar Monesterolo

Carlos Garro Aguilar.
lunes, 14 de octubre de 2024 · 13:06

Por Carlos Garro Aguilar

(Poeta y ensayista)

 

Publicada en Julio de 2018, “Nuestro Tiempo” es una antología que reúne una selección de poemas de 8 libros publicados por Oscar Monesterolo a lo largo de sus 30 años de actividad poética. Esta antología fue compilada por Paula Pizzano, con el sello
de su editorial, “El Escarabajo Azul”. Residente en Estancia Vieja, pequeña localidad vecina de Villa Carlos Paz, Paula reconoce que “la selección fue estrictamente personal, y obedece a la magia del encuentro”.
Oscar Monesterolo nació en Villa María el 23 de diciembre de 1952. Se graduó como Licenciado en Letras en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba en 1976. Trabajó como secretario de Manuel Mujica Láinez, con
quien mantuvo una estrecha amistad y una convivencia muy intensa.

En su compañía, realizó múltiples viajes por Europa y Medio Oriente. Entre 1969 y 1997 publicó 8 libros de poemas: “Versos de Ensueño” (1969) y “La Furia del viento” (1970), en su etapa juvenil. Aparecen después “Medianoche en el Hombre” (1972) y “Ceremonias” (1974), “El Bosque Milagroso” (1978), “Poemas Egipcios” (1980) prologado por Mujica Láinez, e ilustrado por Raquel Forner y “Los Cuerpos Secretos” (1983).

En 1984, la Editorial Sudamericana, publica una selección de sus seis primeros libros, con prólogo de Horacio Armani: “El Prodigio y su Testigo”. “Oraciones Perdidas” (1987) y “Hoguera de Silencio” (1997), los dos últimos, fueron editados por Alción Editora de nuestra ciudad. Oscar falleció en Pasco en septiembre del año 2000.

El análisis de la obra poética de Oscar Monesterolo , descartando “Versos de Ensueño”, de pobre valor poético, comienza con una mirada al segundo de sus dos libros juveniles escritos entre los 18 y los 22 años, “La Furia del Viento”: Poemas impregnados de un clima mustio, asfixiante, y un sentimiento de soledad y desánimo, con algunos momentos de alivio, de expansión, pero siempre imbuidos de un sentimiento de fragilidad. “Medianoche en el Hombre”: En este volumen, Oscar toma la figura y la obra de poetas y pintores y desnuda la condición dolorosa de la existencia humana. Philips Lamantia, Ives Tanguy, Delacroix, el mundo sorprendente y multifacético de la pintura y de la poesía de Dylan Thomas se suceden. También las vicisitudes de Maiacovsky y su suicidio. Oscar cree que en la mirada -en los ojos de Durero o Rembrandt- está atrapada el alma. Un alma que a su vez se hace palabra y
late en los poemas de Whitman, en los cuentos de Borges, en la obra de Elizabeth Jennings.

“Ceremonias”: En este poemario, una vez más se rescatan figuras y poemas de personas admiradas. La locura y la imposibilidad de amar son temas sugeridos por la obra de Guillermo Withelow, escritor y crítico de arte. El sexo y el deseo, siempre presentes, están unidos a la búsqueda de un estado de inocencia, cualidad que puede generar magia y calidez. Alberto Girri otro poeta admirado, despierta en Oscar a su vez, un cierto temor por la “altivez” de sus palabras. Más allá del poema “No para escépticos”, que destaca la presencia de un ser que despliega un poderoso magnetismo personal,(Manuel Mujica Láinez), el que retrata la figura de Alejandra Pizarnik quizás sea el más bello y conmovedor de “Ceremonias”. Escrito en 1972, año de la muerte de Alejandra, la rescata así: “porque toda la noche es música y en ella alumbran tus ojos”.
En “Ceremonias”, poema que da nombre a este tercer volumen de poesía, vuelve la naturaleza a ser definida como espacio de paz, opuesto a la violencia de lo humano y la poesía se erige como un ámbito de resistencia y fortaleza.

“El Bosque Milagroso”: En este libro nos encontramos con un discurso que emerge en la década del 70 como distinto, sino de todos, de muchos discursos de la época. La referencia a poetas, artistas, personajes históricos, se suceden: Manuel Mujica Láinez,
Mallarme, Mozart, Antinoo, sus figuras, sus vidas, dan lugar a reflexiones múltiples sobre el arte y las vicisitudes que arrastra el tiempo. El mundo de los sueños, la niñez, la alegría y la tristeza, el deseo y el fervor de los cuerpos, el amor, se suceden....Un
poema sutil y extraño, Cypraea, remite a un molusco que vive en el fondo del mar y no
tiene contacto con otros seres. Oscar toma en paralelo su ejemplo y lo compara con la propia existencia. La ausencia de armonía, y de luz, genera el vacío. Pero siempre en los poemas late el tiempo del regreso, y la presencia de lo mágico, de la claridad, del
amor, vuelven, y el equilibro es restaurado.
 

“Poemas Egipcios”: “Sagrada y misteriosa ciudad a las puertas del sueño”...este fragmento de “El Cairo desde el Aire”, nos introduce poéticamente a esta ciudad fascinante. Los templos, testimonios de dioses y reyes, su resplandor recordando el
reinado de estirpes poderosas, que ahora duermen bajo la arena: Abu Simbel, Edfu, Asuán, Karnak, a los que se suman Nubia y Luxor...poemas que marcan el contraste que guardan los secretos de culturas prodigiosas, y el ánimo del viajero que se
enfrenta a este mundo faraónico, con su carga de alegrías y tristezas. Las reacciones de nuestro poeta varían: Karnak suscita reflexiones sobre la soledad y la desnudez existencial. En Nubia, el paisaje desencadena en él, el deseo de estar junto a lo amado.
 

“Los Cuerpos Secretos”: Los 21 poemas seleccionados de este libro tratan múltiples temas, ya presentes en los libros anteriores. En este volumen, el amor se hace presente. Quizás Alhambra sea uno de los poemas destacados de la antología: Alhambra
Reflejo de alegría era la miel de los panales, y el agua que giraba

-como pájaros y nubes-
junto al ardiente espejeo
de tus pasos.
En puro movimientos de arcos y alelíes
la secreta mirada tendía sus puentes,
y luz desconocida que amanecer engendra
entre visión de gracia
y tempestades.
Por eso arrojó las redes al engaño
en los mares de la idea que bajaba:
porque no habrá tierra más fértil
que su cuerpo tan suave
a la espera inagotable del amor.
Y porque todo recuerdo
-como el agua y el aire-, se renueva,
se transforma al vuelo de tus ojos
en piel, pájaro o planeta
para que sueñes la raíz,
la semilla en mi visión del mundo
e intuyas –nada más-
solo su canto,
melancólico paisaje.

Observando el otoño, analizando las tramas palaciegas de Versalles, los trigales de su provincia, o el vuelo de una mariposa azul, nuestro poeta reflexiona sobre los ciclos de la existencia humana, siempre atada a la historia y a la la naturaleza. La vigencia del
poder, acicate de la condición humana y su inevitable ocaso, el esplendor y la caída de los sueños, todo es analizado. Pero seguramente es el tema del amor, en un clima de fragilidad, donde nuestro autor encuentra el nudo central de su poetizar. En el marco de una realidad heterogénea, el poeta espera y prepara su corazón.
Otro poema de este libro retoma el tema de la muerte: “En un cementerio merovingio en Civaux.” Cementerio extraño, donde los ataúdes y sus tapas de piedra, reposan directamente sobre el suelo, da origen a la siguiente reflexión:
“un mundo de brillante oscuridad el de la muerte...
nada más que una antigua lepra mordiendo aún
la soledad como un cadáver”.
La muerte, tema repetido en la obra de Oscar, está asociado al inevitable paso del tiempo y a la caducidad de las empresas humanas.

“Los Cuerpos Secretos”, poema que da nombre al libro, remite al quehacer de los hombres notables, que con su osadía y su pensamiento, fundaron un nuevo orden en la cultura humana. En los dos poemas que cierran este libro, la luz de lo amado está
siempre presente pero amenazada por la despedida y la ausencia. Leyendo lenta y atentamente sus poemas, surgen inevitablemente en nosotros las preguntas: ¿Por qué su poesía es celebrada con elogiosos comentarios por poetas y
escritores consagrados como Manuel Mujica Laínez, Silvina Ocampo, Marta Lynch o Rafael Felipe Oteriño? Quizás la riqueza de personajes históricos que desfilan en esta antología, los múltiples lugares de la Tierra visitados por nuestro viajero poeta, a los
que hay que sumar sus reflexiones sobre el amor, la soledad y los momentos de esplendor de la existencia, dotan de un rico, pintoresco y profundo contenido a esta antología. Y por eso, los elogiosos comentarios de algunos de los poetas más
renombrados de las décadas del 70 y del 80. Transcribo un pequeño comentario del poeta Rafael Felipe Oteriño, de marzo de 1983: “Qué voz singular has alcanzado. Llegas al objeto poético casi de una manera descriptiva. Lo rodeas, lo analizas y, de
pronto, como resultado de una parábola, desnudas la verdad secreta que él mismo contenía. Me animaría a decir que no le impones tu verdad, lo cual es sabio. Yo amo ésta poesía hecha de visión y sentimiento...”.

Los dos libros que cierran esta antología, “Oraciones Perdidas” y “Hoguera de Silencio”, están integrados por poemas construidos con un discurso ya definido y maduro, y los temas se repiten una vez más: la naturaleza, el arte, la mirada del viajero
poeta sobre lo que van develando sus ojos, el inevitable final que a todos nos aguarda, el poder del amor y el deseo.
En los poemas que tocan el tema de la naturaleza y el paisaje, este ámbito siempre es tomado como el territorio donde la existencia asfixiante y maltrecha de lo humano se renueva, se sana, y la opresión y el dolor son conjurados. El universo del arte es una dimensión donde la belleza de la pintura, la escultura, la poesía o la música liberan al hombre de su cansancio y su sinsentido existencial y lo devuelven al mundo de la magia y la emoción estética. Los viajes, a su vez, renuevan con creciente asombro los
ojos de nuestro poeta. El amor y el deseo, son seguramente los que originan los poemas más audaces pero también de mayor belleza dentro de su obra poética.
Creemos que hablar de la poesía de Oscar, rescatar su obra, era una tarea necesaria e impostergable. Termino mi lectura transcribiendo otro de los poemas memorables de la antología.

COMO UNA TORMENTA

Hubo lluvias que bajaron por un cielo
en sueños.
y vio la luz tu cuerpo errante,
cuerpo de árbol mojado
en su recio lecho.
de placeres gozados y aprendidos.
Tan sereno que pareciera inmóvil,
desliza el deseo
como un halcón su vuelo,
y es relámpago de vida que al amor sorprende.
Magnífico animal agazapado y tenso,
deslumbrante y pasajero,
como una tormenta.

 

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