Destituyeron al primer ministro
Haití sumido en el caos
Por Mariano Saravia, magister en Relaciones Internacionales.Haití vuelve a sumirse en el caos interno y amenaza con estallar otra ola de violencia por las amenazas de las pandillas. Es que el Consejo Presidencial de Transición (CPT) decidió destituir al primer ministro, Garry Conille, con el que mantenía un conflicto por el control del gobierno.
El CPT es un órgano colegiado que ocupa la jefatura del Estado desde abril de este año y debería entregar ese cargo al nuevo presidente en febrero de 2026. Para ello, debería haber elecciones el año que viene, pero es necesario que se estabilice el país. El CTP está compuesto por siete miembros plenos y dos miembros observadores, de partidos políticos, organizaciones sociales y la sociedad civil en general.
El propio CPT había designado a Conille como primer ministro en junio pasado, pero desde hacía semanas que estaban enfrentados por cuestiones del funcionamiento del gobierno. Ahora lo destituyeron y nombraron en su lugar al empresario Alix DIdier Fils-Aimé, ex presidente de la Cámara de Comercio e Industria haitiana.
Sin embargo, Conille denuncia que el CPT tiene potestad de nombrar un primer ministro, pero no de destituirlo. Todo este choque de poderes y esta nueva crisis de institucionalidad se da en medio de nuevas amenazas del líder de las pandillas que dominan amplias zonas del país. Jimmy «Barbecue» Cherizier, un ex jefe de policía y devenido en pistolero, maneja un grupo de pandillas llamado Vivre Ensemble (Vivir Juntos), y en un video viral amenazó: «La batalla va a recomenzar».
Desde principios de este año, se calcula que hubo en Haití más de 3.500 asesinatos, más de 1.000 secuestros y casi un millón de desplazados. Es un caos provocado por los intereses extranjeros que siguen intentando manejar los destinos de Haití, entre otras cosas con la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), que, en más de 15 años de presencia militar, nunca solucionó nada, antes bien, empeoró las cosas.
Las mentiras y las intenciones
Haití no es un país pobre, como se suele leer y escuchar en los medios de comunicación. Es un país empobrecido, saqueado, desde hace siglos. Fue la joya del Imperio Francés en América, la colonia más rica por sus grandes plantaciones de caña de azúcar. Esa riqueza alimentaba las arcas del imperio, pero iba sembrando las bases de la desertización de Haití.
Luego fue el segundo país del continente americano en independizarse, solo después de los Estados Unidos. Haití inició su revolución contra los franceses en 1791 y la concluyó en 1804 con la declaración de la independencia y la liberación de todos los y las esclavizadas. Fue el único caso en la historia de la humanidad de una revolución antiesclavista exitosa.
Luego fue fundamental en la liberación de Sudamérica, principalmente asistiendo en sus peores momentos a Simón Bolívar con armas, hombres y dinero. Todo eso le fue facturado a Haití por los poderosos del mundo. Tuvo que pagar una ridícula indemnización a Francia por haberse liberado del yugo del colonialismo y del esclavismo. Algo así como unos 20 mil millones de dólares de la actualidad.
Y hasta el día de hoy, es un país «enfermo de geografía», es decir, su posición geoestratégica despierta la codicia de los poderes imperialistas, tanto de Estados Unidos como de Europa. Desde Haití pueden controlar y amenazar a Cuba, Venezuela y ocupar un lugar estratégico en el Caribe. Además de impedir que el pueblo haitiano vuelva a hacer lo que hizo hace exactamente 220 años.
Por esos motivos no solo permiten, sino que promueven el caos interno, la inestabilidad política y la violencia urbana. Para seguir mandando soldados que tengan con la rienda corta al pueblo, cuando en realidad, si algún país quisiera colaborar fraternalmente con Haití, lo que debería mandar no son soldados sino maestros, arquitectos y médicos.