La odisea de los usuarios de Cablevisión- Fibertel

viernes, 14 de diciembre de 2018 · 10:00

En la era de las redes sociales e Internet lograr tener un servicio de calidad se ha transformado en toda una odisea para los usuarios que quieren hacer algún reclamo a Cablevisión-Fibertel.

En el inicio del reclamo uno/a se dispone a llamar a los teléfonos dispuestos por la empresa a tal fin. En ese preciso momento comienza el derrotero del largo camino para lograr la restauración del servicio. Si con viento a favor se logran marcar correctamente los números indicados por la computadora, puede suceder que la comunicación se corte, o la línea esté saturada, en tal caso una voz indicará que los operarios están ocupados, por lo tanto habrá que intentarlo más tarde, y como en el juego de La oca, retroceder al punto de partida, pero si todos esos obstáculos se lograron sortear exitosamente, se escuchará que el teléfono llama y crecerá la expectativa en el usuario que algún ser humano responda del otro lado de la línea. Si esto ocurre uno/a ya se sentirá agradecido/a. Por fin podrá contarle a un empleado lo que pasa con su servicio de internet. El empleado se presentará diciendo su nombre y continuará con la verificación de datos del usuario, finalizado el interrogatorio llega el momento de contarle al operador que hace un mes que el servicio no funciona, que ya se ha reclamado varias veces, que la última vez se lo hizo en persona y que aseguraron que en breve confirmarían una visita técnica pero que nunca llamaron, e incluso en la ansiedad por solucionar el problema, la persona afectada se escuchará a si misma contando detalles de la vida personal del estilo: “Es que en casa usamos internet para trabajar” “Estoy haciendo un curso on-line y ya he perdido varias clases” “El año pasado tuve el mismo problema y me recomendaron comprar el servicio más caro, que es el que tengo ahora, pero los problemas siguen” o bien se empeñará en describir lo que observa en su aparato al borde de la ridiculez: “Ya lo desenchufé varias veces y no pasa nada”. “Las lucecitas verdes se apagan o titilan” “Ayer anduvo 15 minutos y se cortó. Me quedó el trabajo sin terminar”. “Miro el aparato pero no veo la lucecita con el mundo arriba que usted me señala”…etc, etc.

Mientras, el empleado del otro lado mantiene un silencio perturbador, hasta que lanza un comentario “tranquilizador”: ”Quédese tranquilo/a a la brevedad lo/la llamarán. Su reclamo ya está registrado”. Y como el Cuento de la buena Pipa, todo vuelve a comenzar. Al cortar la llamada solo queda la impotencia y el sentimiento de estar preso/a de un sistema que maltrata a las personas y en el cual los seres humanos somos números de clientes, no ciudadanos con derechos.

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