Un 25 mayo, hace 61 años nacía el reloj Cu-Cú

El mítico reloj, alguna vez situado entre los diez más grandes del mundo, fue inaugurado el 25 de mayo de 1958.
sábado, 25 de mayo de 2019 · 10:57

Carlos Paz.- El Reloj Cu-Cú es quizás el mayor símbolo de las sierras cordobesas. Se creó para acompañar la consolidación turística de Villa Carlos Paz por iniciativa de un grupo de vecinos y un grupo de inmigrantes alemanes. 

El mítico reloj, alguna vez situado entre los diez más grandes del mundo, fue inaugurado el 25 de mayo de 1958. Ese día, la ciudad era gobernada por el socialista Juan García y entre las personalidades que se encontraban alrededor del monumento, estaba el párroco Carlos Santarrosa, el senador Eugenio Conde y Leandro Serna, de la comisión de fomento.

La idea para su construcción fue del profesor Carl Hans Plock, quien en el libro "So war mein Leben -Zwei Weltkriegen und danach In Argentina" (Así fue mi vida -Dos guerras mundiales y después Argentina), repasa la construcción del monumento junto a Jüergen Naumman y Karl Wedemeyer. 

Su construcción

El 30 de agosto de 1957 se hicieron los primeros bosquejos y comenzó a planificarse y diseñarse la maquinaria que haría funcionar la estructura. Mientras tanto, se convocó a los vecinos a hacer su aporte, se organizaron los corsos para recaudar los fondos necesarios y encarar los trabajos (se juntaron 5 mil pesos) y el gobierno local se comprometió a construir una plazoleta en el sector.

Raúl Miraglia tuvo a cargo los trabajos de albañilería con materiales de Hiemacar, mientras que Plock y Karl Wedemeyer fabricaban el complejo sistema del reloj. Tullio Riva donó la madera para la mampostería y Mario Casola talló los barrales y las hojas lo rodearían.

En el libro que recoge sus memorias, el propio Plock se refiere a la construcción del Cu-Cu y relató: «Decidí construir relojes Cu-Cú. Los conocimientos necesarios los traía de mi época juvenil en Neumenhar. Mientras tanto, habían llegado dos de los constructores ingenieros aeronáuticos del grupo Kurt Tank de la Focke Wulf de Alemania, Ullrich Schnaack y Karl Wedemeyer. Schnaack fue mi socio, Wedemeyer por su parte trabajó en forma autónoma y fabricaba las cadenas para los péndulos y los fuelles para simular el canto del Cu-Cú (tanto del gigante como los de producción estándar)… Los trabajos mecánicos para esta y otras maquinarias que teníamos que construir los montaron Hans Schubert y Eberhard Starke, quienes a su vez se encargaron de fabricar más elementos fundando su propia empresa. Schanaak y yo nos inscribimos con el nombre de IRCA, Industria de Relojes, Controles y Aparatos SRL.

El primer reloj salió de nuestra fábrica el 7 de abril de 1952, siguieron miles de ellos. Empezamos a trabajar en el garaje de mi casa y el primer empleado fue Godofredo Glaetlli, un suizo que trabajaba en cobre, y con el tiempo llegamos a tener 35 empleados, entre ellos, su hijo Hans Glaetlli. Las carcasas de madera de los relojes las construía para nosotros un carpintero italiano de apellido Persello, un hombre muy capaz y trabajador.

Las pesas del reloj, en forma de piña, las hacíamos hacer de fundición gris en un pequeño taller de este tipo que entonces había en Villa Carlos Paz«. «Uno de los problemas más complicados lo constituía el tallado de hojas y otros ornamentos de los relojes cucú. Como en el Valle de Calamuchita había una docena de familias alemanas que estaban interesadas en aumentar sus ingresos, nos reunimos el 20 de abril de 1952 en un local y les hicimos la proposición de hacer el trabajo de los tallados en sus domicilios. Todos aceptaron gustosamente y pronto comenzó la producción»; rememoró el destacado constructor.

«En un hermoso día del año 1957 encontré a una persona muy bien conocida, Carlos Gasser, que formaba parte del centro vecinal o era muy allegado al mismo. Me preguntó si yo me animaría a construir un reloj cucú gigante, que posiblemente sea el más grande del mundo, que fuera una réplica perfecta de los normales, con sonido, etc (…) En total tendría una altura de 7,50 metros. Lamentablemente no conocía (si es que había alguno) un reloj de tamaño semejante, sino todo hubiera sido más fácil, incluso hacerlo más alto.

La construcción la hizo un arquitecto de acuerdo a mis bosquejos e instrucciones. Un esqueleto de hormigón armado sirvió para apoyar los ladrillos que luego fueron cubiertos con piedra laja. La casita o carcasa fue revestida de madera y el techo con tejas»; revela Plock en el libro «Así fue mi vida. Dos guerras mundiales y después Argentina».

El gigantesco reloj se inauguró la noche del 25 de mayo de 1958 con la presencia del intendente Rubén García; el concejal e impulsor de la idea, Carlos Gasser; el constructor Carl Hans Plock y su esposa Alice Rabbe, el cura párroco Carlos Santarrosa y el senador provincial Eugenio Conde. Se rompió una botella de champagne y comenzó una historia que despertó el interés de la revista Life, que publicó una edición especial donde daba cuenta del «reloj más grande del mundo».

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