¿Quien puede contar cómo se cayó el Puente Negro en enero de 1994?

jueves, 14 de mayo de 2020 · 19:44

Judas Ramos tenía 27 años cuando cayó al agua junto a su padre Alejo y su tío Andrés, ese mediodía de enero de 1994 cuando cruzaban el puente en un Siam Di Tella. Al recordar, Judas aseguró: «Fue lo terrible, cuando me vi en el agua, con Siam hundido y sin ver a mi viejo ni a mi tío».

La temporada había empezado bien ese verano. Pero un movimiento detectado en el puente Negro alertó a las autoridades de Vialidad días antes de fin de año, y dejaron la inspección para después de las fiestas.  

Los técnicos llegaron ese mismo día del derrumbe, bien temprano a inspeccionar las grietas que presentaba el tradicional y legendario paso sobre la desembocadura del río Los Chorrillos a las aguas del lago San Roque.

A primera hora, los ingenieros de Vialidad estaban trabajando en el puente agrietado, pero no cortaron el tránsito que ya se había tornado intenso por la temporada.

Cerca de las 13, don Alejo Ramos, su hermano Andrés y su hijo Judas habían dejado de trabajar en el parque del hotel Puente Negro y regresaban a sus respectivas casas en su Siam Di Tella.

Al acercarse al puente vieron una larga cola de vehículos en sentido contrario. Y cuando les tocó ingresar al puente, se dieron de frente con un ómnibus de doble piso, que los obligó a esperar que pasara el colectivo para encarar el cruce.

El Siam Di Tella estaba en el acceso del puente sin avanzar. Pasó el ómnibus y los Ramos encararon.

“Habrá sido minutos antes de las 13 horas, y habremos hecho uno 15 metros cuando vimos como empezaba a abrirse el asfalto. No era el puente lo que se desmoronaba sino el terraplén”, recordó Judas Ramos.

“Le dije a mi papá que manejaba, poné la marcha atrás, pero no hubo tiempo y nos fuimos cayendo lentamente hasta que el Siam Di Tella se hundió en el agua, pero siempre pegado al terraplén.

Mi papá (Alejo) seguía agarrado al volante, y me decía que saliera por la ventanilla que, por suerte, las habíamos abierto por el calor. Y salí bastante lejos del auto. Nadé para acercarme y buscar a mi padre y a mi tío, que no sabían nadar. No podía moverme bien porque me pesaba la ropa y las botas, y en un momento vi a mi papá, y cuando estuvo a salvo, salí de nuevo a buscar a mi tío, y en ese momento, lo veo que buscaba agarrarse en el terraplén.

Nos rescataron los bomberos, y el Siam con las herramientas y las máquinas quedaron bajo las aguas. Mi preocupación era mi viejo que sufría de asma crónica y no sabía nadar, pero en realidad era él quien me guiaba como debía actuar.

Detrás nuestro venía un Passat que también cayó y fue rescatado. Podría haber sido una tragedia ese día. Aunque por suerte, Gracias a Dios, no murió nadie,” contó Judas, quien  puede contarlo.  

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