Entrevista exclusiva

Martha Pelloni, la monja que se enfrentó al poder

Se encuentra en San Antonio de Arredondo, donde participará del Congreso de Red de Infancias Robadas. Habló de la lucha contra la trata, el abuso sexual de niños y el caso María Soledad Morales.
viernes, 26 de noviembre de 2021 · 09:30

La madre Martha Pelloni llegó ayer al sur de Punilla para participar del IX Congreso de Red de Infancias Robadas (RIR) en el Convento Franciscano de San Antonio de Arredondo, donde se debatirá sobre la trata de personas, explotación sexual de niños, niñas y adolescentes y  el tráfico de menores. 

En una entrevista exclusiva con EL DIARIO, habló de su intensa lucha por la justicia social, contra los abusos sexuales y por la protección de las niñas y niños ante la ausencia del Estado. También recordó el caso María Soledad Morales, la condena a los hijos del poder y la trascendencia de un femicidio que marcó la historia argentina.

Pelloni es una de las líderes de la Asociación Red Infancia Robada (RIR), tiene 80 años y nunca dejó de combatir la desigualdad, la corrupción y la explotación de menores. La red nació en 2008 y cuenta con 24 foros repartidos en todo el país donde se hacen capacitaciones sobre trata de personas, tráfico, delitos sexuales contra niños, niñas y adolescentes, violencia de género, abuso y adicciones.

Actualmente, vive en un hogar de monjas en la localidad de Santos Lugares, en el Partido de Tres de Febrero (Buenos Aires), aunque sigue con su labor vinculada a las capacitaciones y un foro en la Gruta de Lourdes.

«Lo que venimos a debatir acá es la infancia robada, lo que no le damos a la niñez, lo que se le roba a la educación, la dignidad, el robo de alimentos, las constantes violaciones de sus derechos. Pero principalmente, el abuso sexual infantil. Hay una estadística gigantesca, el niño es mayoritariamente abusado dentro de su familia. ¿Cómo puede suceder esto? El abuso sexual infantil es intra familiar: el padre, el padrastro, el hermano, el tío, el abuelo. Nosotras, las mujeres, decimos que es parte del machismo patriarcal, Esto ya está en el marco de la degeneración, sino como se explica que un papá viole a un bebé. Es la pérdida del valor que atenta contra la dignidad humana de alguien indefenso»; reflexionó.

Tras su activa participación en el caso María Soledad Morales, la monja se instaló en Goya (Corrientes) para trabajar junto a Cáritas en una filmación sobre la venta ilegal de niños en el noroeste argentino. «Me encontré con que las empleadas domésticas tenían hijos en casa de los ricos y se veían obligadas a entregarlos para poder sostener sus trabajos. Esos niños iban a Francia, Italia, España y Alemania. Tuve que esperar ocho años con mucha paciencia para tener las pruebas que necesitaba y hacer la denuncia legal de la venta de los niños»; sostuvo.

Pelloni también se pronunció sobre la necesidad de terminar con la corrupción institucionalizada y consideró: «Creo que todos somos conscientes que los argentinos debemos sanar la corrupción estructural en la que estamos insertos. La corrupción esta institucionalizada y todo ese dinero mal habido producto del narcotráfico, producto de la trata, en algún momento producto de la venta de armas, el tráfico y las nuevas adicciones, entre ellas las cibernéticas, que dan tanto dinero».

 

El caso María Soledad Morales

Martha Pelloni comenzó como profesora de Filosofía y Ciencias de la Educación en San Rafael (Mendoza), luego pasaría a ser rectora del Colegio del Carmen y San José en Catamarca, el instituto religioso al que asistía María Soledad Morales, la joven asesinada por «los hijos del poder». Precisamente, alcanzó cierta notoriedad por su compromiso con la familia Morales y su determinación a desentramar las oscuras redes de poder y corrupción vinculadas al crimen.

Su lucha fue clave para lograr la sentencia (a 21 años de prisión) contra  Guillermo Luque, hijo del líder político Ángel Luque. Luego de aquella resolución, Pelloni fue trasladada a Goya (Corrientes).

«A mí me cambio desde donde estoy parada, es decir, me dedicaba a la docencia y terminé en lo social. Porque descubrí que los casos se repetían en todo el país. Por eso, formé esta asociación llamada “Infancia Robada”. El caso María Soledad fue el primer femicidio en Catamarca. Todavía recuerdo como ayer la última vez que la vi. Era un viernes. Era la fiesta de elección de la Reina y se juntaba dinero para el viaje de egresados. Yo estaba saludando al alumnado y la veo pasar a María Soledad. Después me enteré que todas se habían puesto de acuerdo para faltar a clases. No habían ido al colegio porque fueron arreglar el salón. María Soledad entró para ver si quedaba alguien. Fue muy fuerte, sobre todo el día en que apareció su cuerpo. Ese lunes estaba dando clases de Catequesis en Cuarto Año y llegó su papá a las ocho de la mañana y se quedó parado en el patio. Hacía mucho frío ese día y me esperó por ochenta minutos. Nadie sabía que no había vuelto a su casa, estaba desesperado»; recordó la monja.

 

Las Marchas del Silencio

«Lo que hice fue convocar a una asamblea de padres, allí formamos una comisión. Entendí que el que tenía que dirigir la reunión no era yo sino el papá. Hablaba Elías Morales y todo el mundo callado. Cuando empezaron a interesarse desde los medios de comunicación nacionales, venían a instalarse a Catamarca. Yo no sabía ni tomar el micrófono. A mí me enseño hablar Fanny Mandelbaum, terminamos siendo grandes amigas. No tenía miedo. Seguía mi convicción. Era una alumna del colegio. Se trataba de la muerte de una adolescente. No se puede discutir ni negociar. La fe de los valores cristianos y la mía como religiosa se manifiesta en las conductas. El valor de la vida es ir por la verdad y no aceptar el encubrimiento»; sostuvo Pelloni.

«Las marchas se iniciaron porque el dolor era muy potente en las alumnas. Luego quedaron fijas los días jueves y la sociedad empezó a sumarse porque ya se entrevió que había una participación de chicos de la noche, de clase media alta, del poder, del dinero y de la droga»; completó.

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