Día de la Madre

Llegó sola a la Argentina y hoy es una mamá admirada por sus hijas

domingo, 16 de octubre de 2022 · 18:42

La sargento ayudante Gimena Gambarte Bellido es una suboficial de 43 años de edad y 18 de servicio. Es oriunda de Bolivia y nacionalizada argentina. El amor por sus hijas, la vocación de servicio y el compromiso con la formación constante son sus características principales.

Gimena nació en Sucre, Bolivia en una familia en un contexto de necesidades conformada por diez hermanos, de los cuales nueve llegaron en distintas épocas a vivir en Argentina. Actualmente la mayoría regresó o se radicó en otros países limítrofes. Cuando era adolescente emprendió su camino a nuestro país en búsqueda de progreso y de reencontrarse con su madre que desde hacía unos años estaba aquí.

Cuando tocó suelo argentino la esperaba un trabajo de empleada doméstica cama adentro. Ella vino a trabajar, pero también a estudiar. “Yo siempre me veo a los 15 años cruzando la frontera sola con una carterita porque ni ropa traía y a mi hermano despidiéndome, encomendándome al chofer. Sin embargo, yo estaba feliz porque quería estar con mi mamá y porque quería crecer económica e intelectualmente”.

El camino de formarse no fue sencillo, no tenía DNI que le permitiera ingresar a una escuela y finalizar el secundario. Pero como en toda gran historia siempre hay alguien que está dispuesto a dar una mano, en este caso fue un hombre que la ayudó a inscribirse a una escuela nocturna. Gimena ya era mamá de una niña de un año quien la acompañaba al cursado. Iba al colegio “con olor a lavandina”, como ella describe, porque trabajaba todo el día.

Sin embargo, la labor doméstica era solo un trayecto hacia algo más trascendente, ya que quería ser policía porque para ella representaba algo “honorable, importante”. Por ello inició el trámite de nacionalización que lo logró ocho años después de arribar a Argentina. “Yo soy orgullosamente argentina y boliviana, amo profundamente a los dos países”, expresa con emoción.

Gimena tiene tres hijas: Jennifer Alexandra de 24 años, Victoria Emilse de 15 y Emilia Gimena de tres. Su mayor pretensión es que sean mujeres libres e independientes. Siempre las alienta a que peleen por sus sueños, que tienen derecho a soñar y que lo imposible tarde o temprano va a ser posible. No se considera una madre protectora sino más bien exigente y formadora.

“La palabra con que la defino es fortaleza”, dice su hija mayor. “Es mi ejemplo a seguir, y espero el día de mañana llegar tan lejos como ella lo hizo. Junto a mis hermanas la amamos inmensamente y nos enorgullece cada día, nos da felicidad y amor. A lo largo de los años me formó para que pudiera encarar la vida. Hasta el día de hoy me continúa enorgulleciendo con sus logros y me demuestra que absolutamente todo lo que me proponga puedo lograrlo. Su formación, sus incontables metas alcanzadas, iniciar su vida en otro país, pertenecer a la fuerza y que tenga vocación y pasión por su profesión, son solo algunos de los ejemplos que me demuestra a mí y a mis hermanas. Además de que podemos llegar muy lejos y ser excelentes profesionales y personas. Algo que ella nos enseñó es no olvidar jamás de dónde venimos. Nos transmitió su cultura, su música y tuvimos el privilegio de conocer su país, el cual es hermoso y sentimos esa pasión tan grande de la misma forma con la que lo siente ella”, sostuvo Jennifer.

Gimena, es Licenciada en Seguridad y está cursando el tercer año de abogacía. Su pasión es el estudio y la formación constante. “En mi casa es habitual que la mesa esté llena de libros. Mi tiempo libre lo destino a estudiar”.

Quizás el mayor desafío de la suboficial es su hija menor, quien tiene síndrome de down. Es por ello que, continuando con su pasión por el estudio, tomó cursos en Buenos Aires de estimulación temprana y en nuestra provincia de enseñanza especial para niños con discapacidad, para especializarse en etapa de alfabetización.

“He llorado, no todo es felicidad. He sufrido, me he decepcionado pero me levanté”. Gimena es un ejemplo para sus hijas pero no sólo para ellas. Nunca naturalizó su realidad, se reveló contra eso. Tomó el lápiz que a todos nos dan al nacer y no solo escribió una historia linda para ella y para sus hijas, sino que a su edad demuestra que las historias personales nunca están escritas para siempre, que no están definidas.

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