«Quería morir dándole el último baile a mi madre»
Malvinas: Pensó que moriría y salía de las trincheras para bailar
La dura historia de un veterano que hoy tiene una academia de folclore y rinde homenaje a sus amigos de la guerra. (por Magalí Farías).Patricio Arias es un veterano de la guerra de Malvinas que tiene atrás una historia de esas que nos llenan los ojos de lágrimas y nos hacen emocionar. Le tocó ir a defender la soberanía nacional en las islas del sur y cuando comenzaron a caer las bombas a su alrededor, cuando pensaba que serían sus últimos minutos de vida, decidió salir de la trinchera para morir haciendo lo que más amaba: bailar malambo.
Él nació en la ciudad de Córdoba, es el anteúltimo de siete hijos que tuvieron sus padres y a los 18 años, le tocó hacer el servicio militar sin saber que meses después, terminaría luchando en Malvinas.
Actualmente, Patricio vive en la localidad de Capilla de los Remedios, formó la academia de danzas folclóricas «El Cimarrón» y le rinde homenaje a todos aquellos héroes que perdieron la vida en combate.
«A los cuatro años, empecé con la danza folclórica en una academia de barrio, Mi viejo quería que yo fuera guitarrero, pero seguí por la danza. Mi mamá siempre me siguió los pasos, ella era de descendencia azteca, una morocha de trenzas hermosas. A los 18 años me toca presentarme en el Regimiento de Infantería 8 en Comodoro Rivadavia, era el mes de febrero de 1982. Nos decían que había algo raro, nos estaban enseñando muy rápido a desarmar las armas y a tirar. Yo era de los pocos que había terminado el secundario, tenía conociendo de carpintería y había hecho cursos para saber escribir en máquina. El 2 de abril sonó la alarma de alerta roja, pregunte qué pasaba y me decían que no sabían. Pensábamos que en la Plaza de Mayo había alguna manifestación, que nos embarcaban para reprimir a nuestra propia gente y eso nos ponía mal»; expresó a EL DIARIO.
«Nos contaron que habían sido recuperadas las islas y nos empezaron a explicar que estaban invadidas. Nosotros no sabíamos la historia, en los colegios nunca se hablaba del tema. El 6 de abril nos embarcaron a Malvinas, yo llevaba una cámara de fotos y empezamos a cavar las trincheras. Como sabia escribir a máquina, me pusieron como en una parte mas administrativa y me ocupaba de llevar la cuenta de la comida. Un día aparece un compañero que era lo más parecido a un cadáver, le pregunté qué pasaba y me dice que la comida no les llegaba. En ese momento, le regalé unas raciones porque yo siempre andaba con los jefes y había comida. Cuando lo vio un jefe, pensó que la estaba robando y tuvo que salir corriendo. Como no lo agarraron, me castigaron a mí y me mandaron al frente de batalla»; añadió.
«Tratamos de sobrevivir como podíamos, tratábamos de pescar, de matar alguna oveja y cuando aparecía la comida, nos traían unas raciones heladas. Cuando estaba por terminar la guerra, se empezó a correr la voz del ataque final de los ingleses. Decían que nos iban a dar con todo, que nos iban a matar a todos. Empecé a sentir mucho miedo, necesitaba el calor de mi familia y se vivía mucho dolor. Una noche sentía los bombardeos y pensé que no podía morir como un cobarde, tomé la decisión de morir haciendo lo que mejor que hice en mi vida. Salí de la trinchera para zapatear y mis compañeros creyeron que me había vuelto loco. La noche siguiente hice lo mismo, pero con más fuerzas. Apretaba los dientes y salía a bailar, aún sabiendo que una bomba me podía matar, mis compañeros dicen que lo hice durante cinco noches»; relató Patricio.
«Diez años después, nos reunimos todos y me preguntaron por qué hacía eso. Les dije que bailaba de chiquito y que cuando hacia eso, recordaba las lágrimas de emoción de mi madre al verme bailar. Quería morir dándole el último baile a mi madre. Nos pasaron muchas cosas que nunca vamos a poder contar. A mi hijo le puse el nombre de un compañero que murió en la guerra»; completó el veterano de Malvinas.