Las tradiciones de Navidad en el mundo

Por Mariano Saravia, magister en Relaciones Internacionales.
sábado, 21 de diciembre de 2024 · 19:38

Llega Navidad y con ella, Papá Noel, ese personaje mítico que tantas fantasías despierta en los niños. Una mezcla de devoción con histeria consumista, de tradición ancestral con modernidad capitalista, de cristianismo con paganismo.

Muy lejos y muy en segundo plano queda el verdadero sentido de la Navidad, que para los cristianos es el nacimiento de Jesucristo, el mesías. Es el inicio del «plan divino», es decir, lo que le da sentido a la religión cristiana. La otra parte importante es la Pascua, la Semana Santa. Primero, Dios tuvo que hacer que su Hijo se hiciera hombre, ahí está la Navidad, y después, que él muriera en la Cruz y resucitara, sin eso, tampoco funcionaría el andamiaje dogmático.

Pero la potencia de la Navidad como fiesta «social», o mejor dicho, comercial, es tan fuerte que eclipsó ya hace mucho todo aquello. Tan es así que la Navidad se celebra en todo el mundo, incluso en sociedades no cristianas. En casi todos los lugares el emblema es ese gordinflón de barba blanca vestido de rojo que trae juguetes a los niños, aunque puede haber alternativas, y en todos los casos el capitalismo muestra su falta de originalidad, pero también su capacidad para cooptar tradiciones culturales.

Personajes pre existentes se vuelven meros repartidores de regalos. Y no me vengan con que «en mi casa viene el niñito dios», porque eso es peor todavía, ya que al que se lo reduce a un repartidor es al propio Jesús. Él es el mensajero, el verdadero «dios» es el regalo. Vamos por partes.

Papá Noel y sus alternativas

El nombre que se usa en Argentina proviene del francés, ya que Noel significa Navidad. Pero la tradición se remonta a San Nicolás, que en el siglo IV fue obispo de la ciudad de Bari, al sur de Italia. Nicolás era famoso por su generosidad, dice la leyenda que cuando murieron sus padres heredó una fortuna que repartió entre los pobres.

Con el tiempo se empezó a celebrar el día de San Nicolás el 6 de diciembre, y la tradición de dejar algunos pequeños regalos. Pero con la Reforma Protestante, en los países nórdicos se pasó a la Navidad, porque en la tradición luterana no se rinde tributo a los santos.

Ese sincretismo entre las tradiciones más mediterráneas y las nórdicas derivó en la estética difundida de un gordo bien abrigado y montado en un trineo tirado por renos, que viene desde el Polo Norte donde fabrica los juguetes con ayuda de los elfos.

El golpe de gracia, para convertir a Papá Noel (San Nicolás, Santa Claus o solo Santa) en un producto de consumo, vino de la mano de Coca Cola en la década del 30, cuando tomó su figura para una campaña comercial. A partir de ahí, se universalizó su figura y el mito de los regalos, ayudado por la irrupción de la televisión en las décadas siguientes.

Sin embargo, hay rincones en Europa que mantienen sus propias tradiciones y disputan la tarea de repartir los regalos a los niños. Algunos de esos personajes a continuación.

País Vasco. El Olentzero. Es un carbonero, con la cara tiznada y con vestimentas típicas. Es gordo también, pero mantiene la imagen de un típico vasco, que trae regalos a los niños que se han portado bien durante el año, y a los que no, les deja una bolsa de carbón. Es muy venerado y se hacen incluso procesiones y hasta conciertos de villancicos en euskera (idioma vasco) en honor al Olentzero.

Cataluña. El Cagatío o Tío Nadal. es un tronco con dos patitas delanteras, cara sonriente y típico gorro catalán. El 8 de diciembre se lo pone en el hogar y durante los días posteriores se le da de comer y se lo abriga. Finalmente, el 25 los niños le dan unos golpecitos al tronco mientras cantan, y cuando levantan la manta que lo cubre, encuentran los regalos que ha “cagado” el Cagatío. La tradición surge de la costumbre de llevar a la casa un tronco para

Italia. La Befana. Es una bruja que lleva regalos, pero llega unos días más tarde, para el 6 de enero, en reemplazo de los Reyes Magos. Cuenta la leyenda que los Reyes Magos viajaron desde Oriente para entregar sus regalos al niño Jesús. A lo largo de su camino, la gente se iba sumando a la caravana. La única que no los siguió fue una anciana, la Befana, que dijo estar demasiado ocupada. Al día siguiente, cargada de regalos, corrió tras los Reyes Magos, pero ya estaban muy lejos. Desde entonces, según se dice, vuela de casa en casa con su escoba para llevar regalos a los niños.

Escandinavia. Yulebuk. Es una cabra gigante que trae los regalos en Navidad junto a un gnomo que en Suecia se llama Tomten, en Noruega se llama Nissen y en Finalndia Tonttu. Según la leyenda de la mitología nórdica, el dios Thor se movía en un trineo tirado por cabras. Una vez, atacado por el hambre, las sacrificó para comerlas él y sus amigos dioses. Esta tradición ha crecido en los últimos años, sobre todo por el pueblo sueco de Gavle, al norte de Estocolmo. Allí, desde 1956 el municipio instala un Yulebuk gigante, de paja y 13 metros de alto por 7 metros de largo. Pero cada año, vándalos o graciosos lo destruyen, a veces a golpes, otras veces quemándolo. Ha habido años en que lo han chocado con un auto, otras veces lo atacan con flechas incendiarias, y hasta un año intentaron llevárselo con un helicóptero. La alcaldía instala vigilancia, seguridad, cámaras, y ya es un clásico de Navidad ver y aportar para ver si este año sobrevivirá el Yulebuk de Gavle.

Islandia. Yolasveinar. No es uno, sino 13. Son 13 personajes pícaros y rayanos con la delincuencia, medio atrorrantes. Vienen los 13 días previos a la Navidad y les dejan a los niños pequeños regalos o golosinas. Cada uno tiene un nombre, de acuerdo a su personalidas, como Golpeapuertas, Lamecucharas, Raspaollas, Olfateapuertas y Engulleyogur. Son medio chantas, pero buenos en el fondo, no como su malvada madre, Grýla, quien baja de las montañas en Navidad y hierve a los niños que no se han portado bien durante el año.

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