La Identidad de nuestro Pueblo, ¿por qué es importante?
Por Gustavo Avila
Integrante de la Comisión de Identidad Carlospacense
Para poder poner en valor esta temática deberíamos preguntarnos ¿Qué es la identidad cultural?
La Identidad Cultural es el conjunto de valores, tradiciones, símbolos, creencias y modos de comportamiento que funcionan como elementos dentro de un grupo social y que actúan para que los individuos que lo forman puedan fundamentar su sentimiento de pertenencia. Un sentido de pertenencia que perdura en el ideario colectivo y que pase el tiempo que pase, permanecerá en el recuerdo de los individuos.
Gran parte de nuestro planeta sufre desde unos años intensos procesos culturales como parte del fenómeno globalizador de las economías que, al homogeneizar patrones de consumo, afecta a las culturas locales, así como a los mecanismos a través de los cuales los portadores de estas culturas construyen, modifican y redefinen sus propias identidades.
Algunos pensadores especializados en la temática advierten que “No habrá identidades que resistan en estado puro ante la fuerza de los estímulos globalizadores dirigido a todos los rincones del planeta”, Otros afirman y se suman con su relato, que “La Globalización aparece como el hogar inevitable, esa gran residencia donde habitamos todos.”
Es indudable que este fenómeno de la globalización rompe límites nacionales, cualquiera sea el grado de desarrollo del país en cuestión, ella echa sus raíces en todos los lugares y ahonda las diferencias de clases sociales.
Pero a pesar de tan concretas afirmaciones, otra visión cuenta que la globalización no puede impactar a las identidades locales, paradójicamente las homogeneiza, las consolida y al mismo tiempo acrecienta lo que se denomina “ La Dinámica auto-identificadora”, que se expresa en el estallido de nacionalismos y en la revitalización de grupos sociales que encuentran en esa identificación una afirmación local, ya que necesitan fuertes raíces ante una sociedad global cada vez más trans-nacionalizada, demandando un sitio donde todo resulte familiar, es decir, un “Sentido de pertenencia”.
Es indudable que el Sentido de Pertenencia es para todos algo conocido, pero poco sabemos del Sentido de Diferenciación, ambos tópicos se construyen en las prácticas cotidianas y rituales de una comunidad, creando, reproduciendo y transformando una producción simbólica a través de la acción social.
Si bien “el Sentido de Pertenencia” permite al hombre su identificación como parte de algo y de alguien que se construye históricamente con un nombre y apellido, con domicilio en una comunidad y una nación específica, también existe “el Sentido de la Diferencia” el cual permite “observar en otro su forma, sus características y oponerla a las nuestras, fenómeno en que surge la imagen de lo distinto, de lo ajeno, de lo extraño”.
Así, cada persona se define a partir de una relación con otro, con esa “alteridad” que le permite ser diferente.
Una cultura globalizada que embiste a lo local con afanes hegemónicos y lo local que se resiste a desaparecer mediante mecanismos de supervivencia, producen una ambigüedad en los modelos identitarios, “En virtud de que la gente quiere acentuar sus valores locales al mismo tiempo que compartir los estilos y valores globales”.
Sería algo así como defender nuestros símbolos, y rasgos locales pero a su vez visitar algunos destinos ya Globalizados, en viajes y paseos sin prejuicios por su composición o naturaleza identitaria.
Pero a pesar de todas estas circunstancias binarias, hoy y como respuesta a la globalización, crece entre “algunos” pueblos una necesidad de autoafirmación de sus identidades, que luchan por conservar y recuperar aquellos elementos simbólicos de su pasado.
Todos somos testigos que la globalización ha llegado, nadie sabe cómo ha sido, pero ha venido para quedarse.
Salvo que haya un improbable retorno a comunidades precolombinas no podemos escapar a su lógica, afianzada en las redes sociales e informáticas que últimamente diseñan nuestras vidas de manera poco sutil.
No hay otro remedio que navegar en las revueltas aguas globales, aprendiendo a sortear sus dificultades y aprovechar sus vientos... Para esa navegación es indispensable contar con una brújula y un ancla. La brújula de la educación, la información y el conocimiento, tanto a nivel individual como colectivo y el ancla para afirmarnos en nuestras identidades locales.
Saber quiénes somos y de dónde venimos para no perder nuestro rumbo hacia dónde vamos, es el desafío.
Si en un futuro no muy lejano los vaticinios de “Globalización Inevitable” se concretaran visiblemente, el futuro debería encontrar a nuestra ciudad blindada ante sus efectos hegemónicos, demostrándonos que se pudo trabajar comunitariamente para resguardar nuestra naturaleza, y continuar siendo un atractivo y original punto turístico, donde el medio ambiente y el quehacer humano ensamblen sus mejores versiones, y desde nuestra cosmopolita naturaleza citadina, continuemos sorprendiendo a propios y extraños por el maduro comportamiento de esta comunidad carlospacense que quiere seguir sintiéndose dueña de su futuro.