La vuelta de Donald Trump

Un delincuente asumió como presidente de Estados Unidos

Por Mariano Saravia, Magister en Relaciones Internacionales.
martes, 21 de enero de 2025 · 10:43

Por primera vez en la historia de Estados Unidos, un delincuente convicto asume como presidente, una verdadera vergüenza para el que alguna vez se presentó en sociedad como «el ejemplo de la democracia y la libertad». Hace pocas semanas la Justicia confirmó la sentencia contra Trump por más de 36 cargos, en torno a los sobornos y luego el ocultamiento de estos sobornos a una actriz porno, a cambio de que callara sobre unos encuentros sexuales del pasado.

Por otro lado, el presidente saliente, el demócrata Joe Biden, tuvo un último acto de gobierno, justo antes del traspaso de poder. Fue decretar indultos preventivos para sus hermanos y varios amigos. Sí, así como lo lee usted, indultos preventivos para evitar eventuales persecuciones judiciales de Trump a sus allegados. Concretamente se trata de un «perdón total e incondicional» por hechos de los que se les pudiera acusar, ocurridos entre 2014 y el presente. Y como con «cola de paja», agrega: «Esto no es un reconocimiento de que hayan hecho algo malo». Una verdadera vergüenza para un país que alardeaba de su institucionalidad.

Todo esto sucede en un país donde un millón de personas viven en situación de calle y comen de la caridad y la limosna; donde la libre tenencia de armas hace crecer y crecer la epidemia de masacres urbanas, donde las muertes por sobredosis y las imágenes de «zombies» por el fentanilo y otras drogas hace que sea el país con más consumo del mundo, donde la criminalidad sigue en ascenso indefinido, donde la educación sigue en retroceso, y donde el odio y la violencia son una cotidianidad social, sobre todo contra las minorías: afroamericanos, latinos, asiáticos y diversidades sexuales. Todo esto, potenciado por el ahora nuevamente presidente.

La novedad es que el neofascismo se hace cargo directamente de la Casa Blanca, con un discurso de volver al Estados Unidos WASP (withe, anglosaxon and protestant). Y acompañado por una secta de «nubelistas», o sea los multimillonarios dueños de la nube, o de las redes sociales y plataformas digitales (Jeff Bezos, Elon Musk, Mark Zuckerberg). Es el último «manotazo de ahogado» de un sistema capitalista neoliberal que ya ha demostrado que no funciona, y que como último recurso presenta a la población una máscara con todos los elementos del fascismo de hace 100 años. Pero sabemos cómo terminan esas experiencias.

«No interrumpas a tu enemigo cuando se está equivocando»

Esa es una frase atribuida a Napoleón Bonaparte, pero que puede ser usada perfectamente en la actualidad respecto a lo que sucede y sucederá en Estados Unidos.

Y uso la palabra enemigo, porque los latinoamericanos venimos sufriendo los ataques de ese país desde siempre. Hace 200 años, Simón Bolívar dijo: «Estados Unidos está destinado a sembrar de calamidades toda América latina en nombre de la libertad». Y así fue.

Pero sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos construyó su poder imperialista desde el rol de potencia protectora, en plena Guerra Fría. Eran los «buenos» que nos defendían de los «malos», los comunistas. Eso se potenció con una prodigiosa maquinaria financiera y cultural, imponiendo «el sueño americano» y la imagen de paladines de la libertad.

Durante todo el siglo XX, Estados Unidos construyó una relación de paternalismo y sumisión con todo Occidente, y su punto cúlmine fue luego de la Caída del Muro de Berlín, y durante la década de 1990, con la idea del «fin de la historia», producto de Francis Fukuyama, asesor de George Bush padre. Fue tan impresionante la operación cultural y política, que Estados Unidos logró ser, durante una década, la potencia hegemónica mundial. Nunca un imperio había llegado a todos los rincones del planeta como sucedió en ese fin de siglo y de milenio.

Hoy, en cambio, la situación es totalmente distinta y estamos en un mundo decididamente multipolar, con potencias económicas y militares como China y Rusia que pueden mirar frente a frente al anterior hegemón. Y una serie de potencias medianas que levantan la cabeza, sobre todo las agrupadas en los BRICS.

Ante esta circunstancia, Estados Unidos, en lugar de potenciar sus alianzas, elige un presidente que se pelea con todos. Se pelea con los latinoamericanos por el Canal de Panamá. Se pelea con México por los migrantes y por el nombre del Golfo de México. Se pelea con Canadá, con la idea absurda y ofensiva de querer convertirla en un estado propio. Se pelea hasta con Europa por Groenlandia, posesión colonial de Dinamarca. Todo esto no hará otra cosa que aislar cada vez más a una potencia en franca decadencia, y más decadente será cuanto más grite e insulte su presidente. Por supuesto, quienes más sufrirán este segundo mandato de Donald Trump serán los propios habitantes de Estados Unidos. Pero lamentablemente será necesario, para que, desde adentro, su pueblo acabe con un sistema imperialista que ahora muestra su cara más cruel y más patética también. Por eso, nunca interrumpas a tu enemigo cuando se está equivocando.

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