Avistajes
El biguá del San Roque: pescador silencioso y símbolo del lago
Con las alas abiertas al sol sobre una rama o una boya, el biguá es una de las postales más comunes —y llamativas— para quienes recorren el lago San Roque durante el avistaje de aves. Esta especie, también conocida como cormorán neotropical, se caracteriza por su silueta negra, su largo cuello en forma de “S” y su comportamiento inconfundible tras salir del agua.
¿Por qué extiende las alas?
A diferencia de otras aves acuáticas, el biguá no impermeabiliza sus plumas completamente. Luego de zambullirse para pescar, debe extender sus alas para secarlas con el sol y el viento. Es una conducta clave para regular su temperatura y volver a estar listo para su siguiente inmersión.
Un pescador silencioso
El biguá se alimenta principalmente de peces. Se zambulle con agilidad y puede bucear durante varios segundos. Su pico ganchudo le permite atrapar presas resbaladizas con precisión. Por esta razón, es un indicador biológico: si hay biguás, hay peces… y si hay peces, hay salud ecológica.
Dónde verlo
En el lago San Roque es fácil avistarlo desde las costas, especialmente en sectores con árboles secos, postes o embarcaderos donde suele posarse. También se lo puede ver nadando con solo la cabeza fuera del agua, una imagen que lo distingue de otras aves.
¿Cómo ayudar?
Evitar arrojar residuos al lago, respetar los espacios de la fauna y no acercarse demasiado a las aves son acciones simples que favorecen la conservación de esta y otras especies.