Las pistas sobre «El petingo», radiografía de un violador

El delincuente sexual conocido como «El Petingo» Ferreyra abandonó su casa a los 20 años, pero siempre regresaba para visitar a sus familiares. Su juventud transcurrió entre las peligrosas villas cordobesas y la cárcel de Bouwer. Siempre fue un sagaz delincuente y un arrebatador compulsivo, pero sus condenas fueron una radiografía: le gustaba violar.
viernes, 9 de marzo de 2018 · 13:10

Carlos Paz. Fue un integrante de la ex Unidad Regional 3 de la Policía de Córdoba, quien advirtió a los actuales investigadores que en la localidad de Villa San Nicolás residía un hombre de 45 años con dos condenas por violación, intento de violación y asalto a mano armada.

El delincuente sexual conocido como «El Petingo» Ferreyra abandonó su casa a los 20 años, pero siempre regresaba para visitar a sus familiares. Su juventud transcurrió entre las peligrosas villas cordobesas y la cárcel de Bouwer. Siempre fue un sagaz delincuente y un arrebatador compulsivo, pero sus condenas fueron una radiografía: le gustaba violar.

Cuando la justicia determinó que ni el ex marido, ni el periodista, ni el amigo de Andrea estaban involucrados en el hecho, comenzaron con la búsqueda frenética de los violadores reconocidos.

Al mes, llegaron a la casa de los hermanos del «Petingo» Ferreyra. Y ahí se enteraron que el sospechoso estaba encerrado en la cárcel de Bouwer desde 2013, purgando condena porque había abusado sexualmente de una joven de barrio Márquez. Sin embargo, la justicia no descarta  su participación en alguna de las violaciones perpetradas en los últimos veinte años en el cerro.

Los vecinos dijeron que «El Petingo» se mueve como «una cabra», a modo de graficar su andar en la montaña. La actividad delictiva-sexual del «Petingo» Ferreyra comenzó en la década de los 90, cuando atacó a una empleada municipal en una casilla de Turismo ubicada en el ingreso a Carlos Paz. Por ese entonces, el ingreso a la ciudad no tenía la fisonomía que presenta actualmente.

Cuando se descendía por la «Bajada del Cajón», había una zona boscosa a uno de los costado y en el medio, una casilla de informes turísticos. EL DIARIO dialogó con la víctima de aquel episodio, quien hoy sigue prestando servicio en el municipio. «Fue horrible. Me estuvo observando del otro lado de la ruta por mucho tiempo. Yo lo vi llegar y también lo observé desde el momento que se sentó en una parte alta. Luego de una hora bajó y se vino directamente a la casilla de Turismo, donde yo estaba sola. Por ese entonces, no teníamos celulares ni redes sociales y cuando entró, yo me defendí con uñas y dientes. Sólo alcanzó a manosearme, lo denuncié y lo identificaron. Fuimos a juicio y fue condenado»; recordó la mujer.

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