«Si hay una emergencia, es la del turismo»

jueves, 23 de julio de 2020 · 20:41

Por Diego Mestre, Diputado Nacional (UCR)

Presidente de la Comisión de defensa del consumidor, del usuario y la competencia

 

Sobre todo en estos tiempos, la política es eficiencia al servicio de la empatía. A quienes trabajan en el sector turismo, parece que el gobierno no les preguntó cómo se sienten. O no deben haber escuchado la respuesta, mejor dicho las súplicas, de quienes llevan más de cuatro meses de parálisis absoluta. Supongo que tampoco se han preguntado seriamente qué ocurre en sus almas cuando los hoteles se ven vacíos, con restaurantes deshabitados, agencias sin clientes, remises y taxis eternamente estacionados, artesanos destejiendo su pena por calles desiertas, trabajadores aletargados de tristeza con una incertidumbre que cala los huesos y pone al sector al borde de la desaparición.

Esa sensación nos queda a quienes intentamos consensuar una ley para declarar la emergencia del sector turismo y una vez más nos topamos con la indiferencia del gobierno. Ocurrió en la Comisión de Turismo y más tarde en la de Defensa del Consumidor.

El panorama nunca fue tan desolador para quienes se ganan la vida en el turismo. Nada puede volver el tiempo y el COVID no es culpa de nadie. Pero existen herramientas básicas que podrían aminorar el nivel de desconsuelo. Y el gobierno, a sabiendas de que existen, las ignoró olímpicamente.

Desde nuestro espacio político nos lamentamos amargamente, porque, en vez de declarar la emergencia del sector (algo fundamental para justificar medidas excepcionales que son absolutamente necesarias), el oficialismo impulsa un proyecto de naturaleza ambigua basado en alicientes para el consumo del turismo en un futuro de hipotética normalidad, desconociendo por completo el panorama desesperado de los prestadores de servicios que están sin ingresos desde hace cuatro meses y tienen que solventar gastos fijos y reclamos de todo tipo mientras las deudas los pasan por encima.

Detrás del “Plan de auxilio, capacitación, infraestructura y promoción del turismo nacional” propuesto desde el Frente de Todos, hay una especulación, bastante gaseosa, sin ningún tipo de garantía, sobre un mañana que aún permanece lleno de incógnitas. Un beneficio teórico de esta ley: las personas que en 2020 compren paquetes turísticos para 2021, recibirán un bono del 50% de lo que gasten para volver a utilizarlo en un servicio turístico. ¡Ni los epidemiólogos más brillantes del mundo saben que va a pasar en el resto del 2020 con la pandemia! Y el 2021 queda demasiado lejos como para sobrevivir sin ingresos, de modo que esa ayuda es tardía. Lisa y llanamente, ese proyecto no es eficiente ni empático, pero además es anacrónico. En definitiva, parece satisfacer al ego del gobierno, que, en medio de esta calamidad, se muestra reticente a impulsar una propuesta claramente superadora (de otro sector político), aunque esto signifique salvar el sustento de más de un millón de argentinos que están golpeados por la situación. Se trata de un error garrafal que pagará de manera injusta el cuarto complejo exportador argentino con todos sus trabajadores.

Los diputados de Juntos por el Cambio hemos defendido un proyecto que, principalmente, declara la emergencia del sector y, complementariamente, acude en su ayuda inmediata con un paquete de herramientas, entre las cuales podemos citar la exención de pagos a cuenta del impuesto a las ganancias, exención del impuesto al cheque, suspensión de ejecuciones fiscales, deducción de ganancias de los gastos de turismo en el territorio nacional y ayuda salarial similar a los ATP. Además, contempla detalladamente las situaciones de cancelación de servicios de viajes y reprogramación de vouchers que afectan a los consumidores, protegiendo sus derechos. De modo que la propuesta está pertrechada de beneficios urgentes y tangibles, mucho más empáticos que la defendida por el oficialismo, tan necesaria y lógica como comprarle un automóvil a un recién nacido.

Hemos insistido de manera vehemente para que el oficialismo recapacite y ayude a entregarle a los trabajadores del turismo una ley que los proteja y los alivie en este horizonte nublado que ha escondido muchos sueños y ha traído angustia y naufragios de todo tipo. Muchos escuchamos a las organizaciones civiles autoconvocadas gritar su desasosiego en los debates de las comisiones. En el gobierno se taparon los oídos. 

El turismo argentino necesita empatía y celeridad para su salvación. Su supervivencia es vital para arrancar los motores de reactivación. Si hay una emergencia, es la del turismo. Este sector necesitaba una respuesta al inicio de la pandemia. No la tuvo. El segundo mejor momento para responderles es ya.

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