Avistaje de aves y trekking en Capilla del Monte

Custodiados por el enigmático Cerro Uritorco, los ambientes de bosque serrano son lugares adecuados para observar bellas aves, interesantes por su rareza y su colorido. El avistaje puede hacerse con cierta facilidad, debido a la  accesibilidad y el estado de conservación de la vegetación.

Los árboles y arbustos nativos que ofrecen alimento y hábitat adecuado para las aves, son los sitios a tener en cuenta para observarlas, al igual que el suelo, donde también encuentran su sustento. En este ambiente podremos ver tacuaritas, naranjeros, pepiteros, reinamoras,  picaflores, chincheros y pájaros carpinteros, entre otras.El Picaflor Cometa, el Pájaro Carpintero Negro, el Águila Mora y el Águila Coronada son algunas de las especies más buscadas por los observadores y fotógrafos de la naturaleza. En los diques El Cajón y Los Alazanes, es frecuente observar patos, garzas, macáes, gallaretas y martín pescadores, entre otras aves acuáticas.

El Cerro Uritorco se encuentra en el Valle de Punilla, próximo a la localidad de Capilla del Monte. Su nombre en lengua quechua significa “Cerro Macho”, en clara alusión a su impactante presencia geográfica. Es el cerro más alto de las sierras chicas, con 1980 metros de altura. Su ascenso se realiza en medio de una generosa y variada vegetación, entre vertientes y lagunillas.

Algunos turistas acceden por el desafío de alcanzar la cumbre, y otros por los misterios que lo rodean. De cualquier forma, el Uritorco es un cerro emblemático de la provincia. Desde su cumbre se tiene una vista espectacular de Capilla del Monte, del dique El Cajón y, si el clima lo permite, de las Salinas Grandes de Córdoba.

El trekking comienza en la confitería del predio, donde se debe abonar un registro de ingreso. A medida que se gana desnivel, diferentes postas invitan al descanso: la posta del silencio, hondonada del buey, quebrada del viento, valle de los espíritus, entre otras. Llegar a su cumbre amerita el premio de una panorámica del Valle de Punilla y las Sierras Chicas.

Crédito por fotografías: Walter Cejas