Por qué es tan importante la vitamina B9 para nuestra salud

martes, 22 de septiembre de 2020 · 18:00

El ácido fólico o vitamina B9 es una vitamina esencial que el propio cuerpo humano no es capaz de sintetizar por sí solo y, por ello, es necesario incluirla en la alimentación. El déficit de ácido fólico debe analizarse junto con la vitamina B12, ya que ambos tienen un metabolismo que está muy interrelacionado y producen, en ocasiones, alteraciones similares como la anemia.

La vitamina B9 puede encontrarse de dos formas: como folato, presente en algunos alimentos y como ácido fólico, que es una variante del folato sintetizada y se encuentra en alimentos fortificados y suplementos dietéticos. 

Las cinco causas más frecuentes de déficit de ácido fólico

  • Ingesta inadecuada. "El folato está presente en alimentos como las verduras de hoja verde, huevos, leche, hígado y frutas cítricas. El consumo de estos alimentos no exime de sufrir un déficit de B9 ya que cocinarlos reduce significativamente su biodisponibilidad", cuentan desde el equipo de médicos de Melio, plataforma online de análisis de sangre. 
  • Condiciones que dificultan la absorción de nutrientes. "El folato se absorbe en el intestino delgado (en el yeyuno), por lo que todas las condiciones que dificulten la absorción de nutrientes predisponen al déficit de vitamina B9. Es el caso de la enfermedad celíaca sin tratar, síndrome del intestino corto, cirugías de derivación gástrica y enfermedades inflamatorias intestinales". 
  • Consumo de fármacos. "Algunos inhiben la absorción y utilización del folato, como son el metotrexato, fenitoína, sulfasalazina y trimetoprima, presentes en medicamentos como antibióticos y antiepilépticos".
  • Déficit de vitamina B12. "La vitamina B12 es un cofactor esencial para el procesamiento del folato. Si existe déficit, el folato puede quedar “atrapado” en el interior celular y en el suero sanguíneo, incrementándose su excreción urinaria. Por tanto, las enfermedades que producen déficit de vitamina B12 como el alcoholismo, el embarazo, las anemias de tipo hemolítico o la terapia de diálisis, son predisponentes para el déficit de ácido fólico".
  • Deficiencia genética de MTHFR. "Se estima que uno de cada dos españoles presenta una deficiencia en esta enzima que provoca que el ácido fólico no pueda ser usado para disminuir la homocisteína. Esto aumenta el riesgo de enfermedades tromboembólicas y preclampsia y abortos durante el embarazo. Se recomienda que estas personas controlen más frecuentemente sus niveles de homocisteína y ácido fólico, por si es necesario una suplementación".
  • Cómo evitar el déficit de ácido fólico
  • Con una suplementación oral (de 1 a 5 mg al día) sería suficiente para corregir la deficiencia rápidamente. Por otro lado, un exceso de suplementación es tan perjudicial como el déficit ya que puede incrementar el riesgo de algunos tipos de cáncer como el cáncer colorrectal. Por este motivo, se recomienda realizar una suplementación específica solamente en las personas con riesgo de padecer este déficit y no de manera generalizada.

El peligro del déficit de ácido fólico

Su deficiencia se asocia con malformaciones congénitas como los defectos de cierre del tubo neural y alteraciones en el feto, como déficit del lenguaje, riesgo de desarrollo de enfermedades como la diabetes, autismo o leucemia. También puede provocar una elevación del marcador de la homocisteína, aumentando el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares como el infarto de miocardio.

Además, puede provocar otras alteraciones hematológicas con origen en la médula ósea y a largo plazo alteraciones de la mucosa de la cavidad oral, depresión, irritabilidad, insomnio, deterioro cognitivo, fatiga y psicosis.

En el caso de las embarazadas un déficit de ácido fólico puede provocar problemas durante la gestación como el desprendimiento de placenta o aborto espontáneo. Por ello se recomienda la suplementación antes de la concepción y durante los tres primeros meses de embarazo.

La escasez de esta vitamina supone un déficit nutricional con una prevalencia creciente en el mundo occidental que puede afectar hasta a un 20% de los adolescentes en Europa; además, la población anciana presenta un alto riesgo de padecer esta deficiencia. 

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