Salud
Diabéticos con más riesgo de desarrollar depresión
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, las muertes por diabetes aumentaron en un 70% a nivel mundial entre 2000 y 2019, con un incremento del 80% de mortalidad en los hombres. En la Argentina, según cifras de la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, la prevalencia autorreportada de glucemia elevada o diabetes aumentó de 9,8% en 2013 a 12,7% en 2018. Sin dudas, esta enfermedad crónica y no transmisible representa un problema sanitario que, además de ser en muchos casos prevenible, puede ser abordado de manera integral, duplica y hasta triplica el riesgo de desarrollar depresión.
Por esto, los profesionales buscan generar más conciencia respecto de la necesidad de romper con el binomio mente-cuerpo para ir hacia un abordaje interdisciplinario de las enfermedades. Así quedó expresado durante el Fórum regional “Haciendo visible lo invisible: tomando conciencia de las enfermedades no transmisibles”, organizado por la División Upjohn del laboratorio Pfizer, que contó con el auspicio científico de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP) y otras importantes asociaciones científicas de Chile y Colombia y que está teniendo lugar a través de encuentros virtuales –con base en Buenos Aires y otras capitales del hemisferio- todas las semanas desde mediados de abril y hasta mediados de mayo, con la participación de especialistas de la Región Andina y el Cono Sur y donde en el último encuentro se abordó de forma particular el tema: “Diabetes, Dolor y Depresión”.
“En los últimos años, empezamos a ocuparnos mucho de las comorbilidades asociadas a la depresión, que son otras enfermedades que coexisten con ésta en un mismo paciente. Cuando vemos los datos epidemiológicos, las personas que presentan depresión tienen una expectativa de vida menor que la población general y la primera explicación es porque presentan un índice de suicidio más elevado, es una realidad que no debemos desconocer. Sin embargo, además, la depresión es un factor de riesgo independiente para desarrollar una serie de condiciones clínicas entre las cuales las más importantes son las afecciones cardiovasculares”, señaló el Dr. Marcelo Cetkovich, médico psiquiatra, vicepresidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras y uno de los oradores del Fórum.
“A su vez, se consolidó mucho un campo de estudio que es el síndrome metabólico, un cuadro altamente prevalente en personas con trastornos del ánimo. Lo curioso es la interrelación entre ambas problemáticas: la depresión es un factor de riesgo para desarrollar síndrome metabólico -como así también, hipertensión arterial, obesidad y diabetes- y, al mismo tiempo, el síndrome metabólico además de ser un factor de riesgo para desarrollar enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular y diabetes tipo 2, contribuye a la aparición de la depresión. Los trastornos del ánimo comparten una serie de parámetros comunes con las enfermedades cardiometabólicas y, concretamente, con la diabetes”, añadió.
Diabetes y dolor
“Todo el mecanismo inflamatorio en las personas con depresión se encuentra activado, al igual que en las personas con diabetes. Por otra parte, la diabetes produce alteraciones en el sistema nervioso periférico que modifican la percepción del dolor: se produce una desmielinización de las fibras conductoras, lo que hace que las personas con diabetes puedan sufrir lesiones graves sin darse cuenta. Además, hay cuadros que se caracterizan por presentar parestesia (sensación de hormigueo o pinchazos) y dolores neuropáticos. El dolor crónico es un ‘estresor’ crónico y todos los estresores van a aumentar la incidencia de depresión y ansiedad. Por tal motivo, sin ninguna duda, el abordaje de la depresión y de la diabetes debería ser interdisciplinario, tratando ambas condiciones conjuntamente”, sostuvo el Dr. Cetkovich, quien además es jefe del Departamento de Psiquiatría de la Fundación INECO.
En esta línea y más puntualmente refiriéndose al dolor neuropático, la Dra. Argelia Lara Solares, anestesióloga, especialista en Clínica del Dolor, jefe de la Clínica del Dolor del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, en la Ciudad de México, quien compartió panel con el Dr. Cetkovich con su ponencia denominada ‘Diabetes y sus complicaciones más dolorosas’, sostuvo que en el mundo de la diabetes una de las complicaciones más temidas es la neuropatía diabética y dentro de este amplio espectro de posibilidades, la neuropatía diabética dolorosa.
“Se estima que esta condición se puede encontrar en hasta un 50% de los pacientes diabéticos, dependerá también de la cronicidad de la enfermedad, del perfil individual del paciente, de su evolución y de si es diabetes tipo 1 o 2. En algunos casos puede ser muy incapacitante, de ahí la importancia de poder detectarla oportunamente”, señaló la Dra. Lara Solares.
En términos de impacto en la calidad de vida, la neuropatía diabética dolorosa está rankeada por encima de cualquier otro tipo de dolor e inclusive que la insuficiencia cardíaca o el cáncer.
Según explicó la Dra. Lara Solares, existen dos indicadores para identificar el dolor neuropático en diabetes: uno es la disestesia, caracterizada por una sensación anormal y dolorosa, que puede ser de cualquier tipo (un piquete, una punzada, toque eléctrico, hormigueo o sensación de frío o calor paradójico, que es cuando el paciente siente frío o calor, pero sólo él tiene esa sensación, es una percepción anormal de la temperatura, debido a una mala interpretación del sistema nervioso). El otro indicador es la alodinia, que es la sensación de dolor ante estímulos que no deberían doler, como el roce de la ropa o la sábana.
“Es muy incómodo para el paciente tolerar todas estas sensaciones. El espectro de intensidad también es amplio, para algunos será muy leve y para otros insoportable, impactando sobre la funcionalidad y el movimiento, dos parámetros de evaluación clínica a los que debe prestarse atención”, indicó la Dra. Lara Solares.
Respecto del vínculo entre el dolor y la depresión en los pacientes diabéticos con dolor neuropático, la Dra. Lara Solares indicó que existe lo que se denomina triada del dolor. “Por un lado está el dolor, por otro la ansiedad y/o depresión y por otro los trastornos del sueño. Son esferas diferentes. Hay datos que señalan que si evaluamos a un grupo de pacientes con dolor crónico, como suele ser el dolor neuropático, un 35% tendrá depresión, un 55% ansiedad y 70% trastornos del sueño, y hay quienes lo tienen todo. La afectación de la calidad de vida es algo muy serio en estos pacientes diabéticos, especialmente si se convierte en un dolor refractario. Si el dolor neuropático no se alivia, aparecerá la depresión en algún momento o ansiedad por no mejorar; el dolor es una bola de nieve, no es un solo problema”, sentenció.
La premisa más importante en el tratamiento del dolor, según explicó la Dra. Lara Solares, es empezar por disminuir su intensidad y explicarle al paciente que haciéndolo va a obtener beneficios en las otras esferas, es decir, podrá bajar su ansiedad y empezar a dormir mejor.
“El dolor neuropático se considera por definición refractario, de difícil manejo y que no responde a los analgésicos convencionales. Para tratarlo exitosamente se usan antiepilépticos y antidepresivos. El tratamiento tiene que ser muy bien planificado, lleva un tiempo hasta que alcanzan su efecto máximo. El dolor neuropático representa un reto muy grande, muchas veces pueden ser necesarias escaladas sucesivas de las dosis de fármacos para lograr lo que llamamos el ‘estado estable’, cuando se logra el mejor control posible del dolor. Aun así, algunos reportes indican que hay un 30% de pacientes que no logran controlarlo, en estos casos se recurre a la combinación de medicamentos”, indicó la Dra. Lara Solares.
Algo fundamental al momento de realizar el abordaje terapéutico del dolor neuropático en pacientes que cursan depresión o ansiedad, es evaluar de forma estricta estas condiciones, llamadas comorbilidades en dolor. A su vez, se puede empezar el tratamiento y pedir una interconsulta al psiquiatra tempranamente.
Durante el trascurso del Fórum, se recalcó la importancia de las intervenciones grupales con otros pacientes que comparten experiencias similares, ya que contribuyen a empoderar al individuo y ponerlo al frente de su situación, de manera que se involucre en el tratamiento y en el cambio de determinadas conductas que no le hacen bien.
Los especialistas coincidieron que en el campo de la Psiquiatría existe una preocupación creciente con respecto a las comorbilidades médicas, sobre todo el síndrome cardiometabólico en su conjunto, por su claro rol predictor de morbimortalidad. En este sentido, el Dr. Cetkovich reconoce el rol preponderante de los médicos psiquiatras porque con frecuencia los individuos con trastornos mentales que tienen otras enfermedades médicas reciben menos cuidados médicos: “a partir de que una persona en la consulta médica afirma que está bajo tratamiento por depresión, es muy probable que reciba menos cuidados, ya que muchos profesionales atribuirán la sintomatología a producto de su mente, lo cual es aberrante, como si la mente no fuera parte de la persona y del cuerpo”.
Otro elemento a tener en cuenta -a criterio de los especialistas- es que determinadas intervenciones farmacológicas en una persona con depresión pueden agravar el problema, ya que, si bien un estabilizante del ánimo puede hacer efecto, es posible que la persona suba de peso como efecto adverso de la medicación y eso favorezca el desarrollo del síndrome cardiometabólico. Por eso, los psiquiatras cada vez están haciendo más intervenciones educativas sobre estilos de vida saludables, vinculados particularmente a la alimentación y la realización de actividad física, no solo como parte del tratamiento de la depresión, sino para prevenir complicaciones cardiometabólicas a largo plazo.
“Hay datos que nos muestran que durante la pandemia aumentaron los niveles de depresión y ansiedad. Pero, además, creemos que la cantidad de personas con diabetes no adecuadamente controlada va a ser mayor, fundamentalmente porque muchos individuos con patologías crónicas postergaron o suspendieron sus controles periódicos durante la pandemia, tanto en nuestro país como en el resto del mundo. En la cuarta ola, lo que veremos tal vez sea mucha depresión y ansiedad, en simultáneo con complicaciones de enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión, la enfermedad coronaria y los procesos oncológicos. El efecto que produjo la pandemia sobre la salud mental y física de la población ha sido arrasador”, concluyó el Dr. Cetkovich.