Vida saludable

Covid: ¿por qué me sentí mal tras recibir la vacuna?

Aunque hay quienes no tiene ningún efecto secundario, otros pueden sentir algunas molestias.
viernes, 19 de noviembre de 2021 · 09:50

Pese a que muchos no sienten ningún efecto secundario luego de haber recibido la vacuna contra el Covid-19, hay un número de personas que manifiesta haber sentido dolor en el brazo, fiebre u otros síntomas que desaparecen al poco tiempo.

Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), estos son signos normales de que el organismo de la persona vacunada está generando protección. En el brazo donde se recibió la vacuna es posible llegar a sentir dolor, enrojecimiento e hinchazón; mientras que en el resto del cuerpo puede presentar cansancio, dolor de cabeza, dolor muscular, escalofríos, fiebre y náuseas.

“Que te dé una reacción en el sitio de la inyección es exactamente lo que cabría esperar de una vacuna que intenta imitar a un patógeno sin causar la enfermedad”, afirma a la National Geographic Deborah Fuller, vacunóloga de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en Seattle.

Sin embargo, que no haya dolor o ninguna reacción también es normal, debido a las muchas complejidades del sistema inmunitario y a las peculiaridades de cada individuo. “Las personas pueden desarrollar respuestas inmunitarias protectoras y no sufrir ningún tipo de reacción local”, explica William Moss, epidemiólogo y director ejecutivo del Centro Internacional de Acceso a las Vacunas de la Facultad de Salud Pública Johns Hopkins, en Baltimore.

¿Por qué el dolor en el brazo?

Esta molestia no es exclusiva de la fórmula contra el Covid-19, hay vacunas que son conocidas precisamente por el dolor que causan en el sitio donde se coloca la inyección, y esto se debe a las denominadas células presentadoras de antígenos. Estas se encuentran permanentemente al acecho en nuestros músculos, piel y otros tejidos, se indica en un artículo de National Geographic.

El funcionamiento de estas células consiste en que, cuando identifican a un invasor externo, inician una reacción en cadena que, finalmente, produce anticuerpos y protección duradera contra patógenos específicos.

Es así que, minutos o segundos después de recibir la vacuna o detectar un virus, las células presentadoras de antígenos también envían señales de “peligro” que dicen: “Aquí hay algo que no debería estar. Tienen que venir aquí. Hay que deshacerse de esto”, detalla Moss.

¿La segunda dosis de la vacuna del Covid-19 tiene más efectos secundarios que la primera?

Fuller explica que este proceso se denomina respuesta inmunitaria innata e involucra a una gran cantidad de células inmunitarias que llegan a ese lugar y producen proteínas conocidas como citocinas, quimiocinas y prostaglandinas, que atraen a más células inmunitarias y tienen todo tipo de efectos físicos.

Las citocinas se encargan de dilatar los vasos sanguíneos para aumentar el flujo sanguíneo, causando hinchazón y enrojecimiento. También pueden irritar los nervios y causar dolor. Las citocinas y las quimiocinas impulsan la inflamación, que también es dolorosa. Las prostaglandinas interactúan directamente con los nocirreceptores (o receptores del dolor) locales.

Todo eso provoca que la respuesta inmunitaria no solo cause molestias en el brazo, sino que para algunas personas este mismo proceso inflamatorio pueda provocar fiebre, dolor generalizado, dolor articular, sarpullidos o dolor de cabeza.

¿Quiénes son propensos a los efectos secundarios?

Aunque no se conoce a ciencia cierta por qué algunos sienten más efectos secundarios que otros, los científicos señalan que hay factores que podrían influir en este tema.

Según una publicación de The New York Times, los jóvenes tienen una respuesta inmunitaria más fuerte a las vacunas que los mayores, cuyo sistema inmunitario se debilita con la edad; además, las mujeres suelen tener respuestas inmunitarias más fuertes que los hombres. Pero en definitiva, cada caso será distinto.

Qué significa no tener síntomas después de la vacuna contra el Covid-19

Los expertos consideran que es probable que la genética esté implicada de formas variadas y complejas. A esto se suma la percepción del dolor, ya que cada persona procesa el dolor de forma diferente.

Anna Taddio, profesora de Farmacia en la Universidad de Toronto, afirma que el miedo y la ansiedad pueden incrementar las sensaciones de dolor.

Temor a las inyecciones

Hay investigaciones que demuestran que, para muchas personas, el miedo a las agujas es una barrera importante a la vacunación. En un estudio de 2012 realizado por Taddio y sus colegas, un cuarto de los adultos dijo tener miedo a las agujas. Según un nuevo análisis de 119 estudios publicados, el 16 % de los adultos y el 27 % de los trabajadores hospitalarios evitaban ponerse la vacuna antigripal por miedo a las agujas.

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La experta señala que ante eso se pueden emplear formas sencillas para que las personas sientan menos angustia por las agujas: llevar una camisa de manga corta para facilitar el acceso al brazo en la vacunación, usar distracciones, respirar profundamente, permitir que las personas realicen preguntas para que se sientan informadas y preparadas, entre otras. 

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