Hoy es el Día Internacional del Gato: conocé la historia de su origen

sábado, 20 de febrero de 2021 · 11:42

Para conocer los orígenes de la domesticación del gato, parece obvio que se debe recurrir a los restos paleontológicos, pero resulta que, como los esqueletos de los felinos salvajes y los domésticos tienen grandes similitudes, no resulta tan fácil discernir cuál es cuál y diferenciar a unos de otros.

En 1983, en unas excavaciones que se realizaron en la isla de Chipre, los arqueólogos encontraron una mandíbula que perteneció a un gato y que tenía nada menos que 8.000 años. Los científicos suponen que este animal debía ser doméstico, puesto que habría llegado en barco y no creen probable que los antiguos navegantes se tomaran la molestia de llevar a un felino salvaje, con los riesgos que ello conllevaba.

En 2004 se descubrió también en Chipre, un enterramiento 1.500 años más antiguo que el anterior y en el que se halló un cadáver de un gato enterrado deliberadamente junto al de un humano, presumiblemente su dueño. Este hecho hizo que los arqueólogos situaran la datación del comienzo de la domesticación de los gatos, entre 9.500 y 10.000 años atrás.

Estudios más recientes relacionados con la genética de los gatos concluyeron que, todas las razas domésticas que conforman la subespecie Felis silvestris catus descienden de un antepasado común, el Felis sylvestris o gato del bosque y que la misma es el producto de transformaciones sucesivas causada por la convivencia con los humanos.

Mientras los seres humanos se dedicaban a la caza y vivían de manera nómade, se valían de la ayuda y compañía de los perros, que se sabe fueron domesticados hace más de 15.000 años y se especula que hasta 40.000. Pero esto cambió, cuando los humanos comenzaron a cosechar sus propios alimentos.

En cuanto el ser humano se sedentariza y comienzan a surgir los primeros asentamientos alrededor de los lugares de cultivo, fue necesario guardar y preservar los excedentes de grano, momento en el que el gato cobró importancia, puesto que se acercó atraído por la caza fácil de roedores.

Los científicos sostienen que la domesticación de estos listísimos animales no tiene nada que ver con la de los perros y que, en realidad, los gatos se domesticaron a sí mismos, aunque el ser humano favoreció los rasgos más dóciles y ayudó a que llegaran a todas partes del mundo. Gracias a la adaptación a diferentes medios y lugares, fueron apareciendo las distintas razas de gatos.

¿Dioses o demonios?

Durante milenios los gatos han provocado sentimientos encontrados, contradictorios y ambivalentes entre los seres humanos. Por su sigilo, su independencia, sus capacidades especiales o la energía que desprenden han sido catalogadas según la época y la civilización, como una bendición o como el peor de los augurios.

En el antiguo Egipto los felinos en general y los gatos en particular eran objeto de veneración, tanto que, en ciertas épocas hasta se los momificaba y se los enterraba en su propio cementerio, como el hallado en Beni-Hassan que contenía más de 300 cuerpos. La diosa del amor llamada Bastet tenía la cabeza de un gato y por matar a uno de estos felinos se podía aplicar la pena de muerte.

Los romanos también los adoraron y aunque su veneración era más secularizada y moderada que la de los egipcios, los gatos eran considerados símbolos de libertad y ampliamente protegidos. En el Lejano Oriente se los valoraba mucho, porque combatían a los ratones, que ponían en peligro sus preciados manuscritos. El islam considera al gato la mascota ideal, ya que lo asocia con la limpieza, algo fundamental para sus seguidores.

Por el contrario, los gatos en occidente fueron demonizados, asociándolos a las brujas. En realidad, muchas mujeres los empleaban para proteger los ingredientes que empleaban en la preparación de ungüentos y pociones curativas, por lo que, cuando la Inquisición las condenaba, los gatos acababan en la misma hoguera.

El grave problema que suscitó este comportamiento que se extendió por varios siglos es que, como los gatos son los predadores naturales de los roedores domésticos, la disminución de estos implicó la proliferación ratones y ratas en las ciudades, que acabaron siendo vector de transmisión de la peste, un mal que mataría a millones de personas en sucesivas olas epidémicas.

Recién en el siglo XVII la imagen del gato comenzó a cambiar. En la corte francesa se puso de moda tenerlos como mascotas, gracias a que el Cardenal Richelieu los criaba por docenas y regalaba sus cachorros solo a personas escogidas. La moda se propagó rápidamente por Europa y salvo algunos países, el gato fue perdiendo su mala fama.

Solo en algunos países extremadamente supersticiosos, entre los que lamentablemente se sigue encontrando España, aún se asocia a los gatos negros con las maldiciones, la bujería y el oscurantismo, básicamente porque su color les da más opciones de mimetizarse en la noche y pasar desapercibidos.

Hoy en día el gato es uno de los animales domésticos más apreciados y valorados. Se dice que nadie tiene un gato, sino que el gato es quien dirige la relación y posee a “su humano”. Lo cierto es que, los gatos son excelentes mascotas y quienes los han elegido como compañeros de vida no los cambiarían por nada del mundo.

 

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