Douglas Engelbart, el desconocido ingeniero que cambió el mundo

lunes, 9 de noviembre de 2020 · 00:38

Mundo. Hoy no concebimos ninguna otra manera de relacionarnos con nuestro ordenador que la del puntero del ratón, los clics y el sistema de ventanas, carpetas y menús desplegables. Pero no siempre fue así. De hecho, su 'invención' supuso un paso gigantesco y revolucionario en la historia de la informática.

Si preguntamos en la calle que a quién se le ocurrió tan buena idea, la mayoría, seguramente, contestará que Bill Gates, a través de su celebérrimo Windows, aunque algunos puntillosos objetarán que el supuesto 'invento' de Microsoft no era más que una burda copia del concepto de ventanas diseñado, años antes, por Apple (y, por tanto, mérito de Steve Jobs).

La realidad, sin embargo, nos retrotrae todavía más en el tiempo y nos explica que ambos, a su vez, habían 'fusilado' la idea de un tercero, una empresa tecnológica que casi nadie relaciona con los ordenadores: Xerox.

 

 

En los años setenta, Xerox era la firma líder en el negocio de las fotocopiadoras, pero tenía problemas con sus licencias. Como ganaba muchísimo dinero, decidió abrir un laboratorio de investigación tecnológica, el Palo Alto Research Center (PARC), con el fin de abrir nuevas vías de negocio y lograr de este modo diversificar sus inversiones.

El PARC recibió libertad total y una buena dosis de millones. Sus ingenieros consiguieron crear toda una panoplia de prototipos brillantes (aunque el único que les reportaría finalmente rentabilidad sería su patente de impresora láser). Entre algunas creaciones revolucionarias, aquel laboratorio de Xerox pasaría a la historia por crear un interfaz de usuario para los primeros ordenadores sumamente intuitivo, un sistema que permitía a la gente normal y corriente relacionarse con aquellas primitivas computadoras sin necesidad de leerse un grueso manual de instrucciones o de pulsar complejos comandos en el teclado.

El concepto era tan simple como útil, un interfaz que se componía básicamente de cuatro elementos (posteriormente, se llamaría WIMP, acrónimo de estos cuatro componentes en inglés): ventanas, iconos, ratón y menús desplegables.

Uno de los principales cerebros grises del PARC fue Douglas Engelbart, un ingeniero electrónico que comenzó su carrera en el ARPA, la agencia creada por el gobierno de los EE UU en los años sesenta en respuesta al lanzamiento soviético del satélite Sptunik. Allí desarrollaría, alrededor de un grupo de empollones de la prestigiosa universidad de Stanford, un proyecto de futura oficina electrónica, el cual ya incluía prototipos de ratón y ventanas.

Los problemas presupuestarios obligaron a Engelbart a buscarse las castañas fuera de las instituciones gubernamentales y el sector privado llamó a su puerta. Entró a formar parte del Xerox PARC en 1972, llevándose allí muchos de los avances e ideas desarrolladas en ARPA.

En Xerox, su equipo acabaría diseñando el Xerox Alto, para muchos investigadores, el primer ordenador personal de la historia (junto al legendario Altair 8080), aunque jamás llegase a ser comercializado. Por supuesto, incluía el famoso ratón (uno de bola) de Engelbart y toda aquella panoplia de carpetas, iconos, ventanas y menús desplegables, imprescindibles en cualquier ordenador actual.

Steve Jobs tuvo la oportunidad de comprobar personalmente su utilidad en 1979 y no dudó ni un instante en trasladarlo inmediatamente a su propio proyecto, Apple (un concepto que más tarde 'inspiraría' a Bill Gates y Microsoft, convirtiendo a estas dos empresas en las grandes animadoras del incipiente negocio informático de los años ochenta).

Xerox llegaría finalmente a lanzar al mercado su propio modelo, el Xerox Star, en 1981 (ese mismo año, saldría también el PC de IBM, la estrella tecnológica del momento). Su prohibitivo precio de salida, 16.000 dólares (excesivamente elevado para el uso que estaba destinado, las oficinas), contribuyó a su fracaso de ventas. Escarmentado, Xerox decidió retirarse del negocio de las computadoras para siempre, aunque su huella permanece aún en la historia de los ordenadores.

Así que la próxima vez que cierres tu página de internet pinchando con el puntero de tu ratón en la X de la ventana, no olvides darles a gracias a Douglas Engelbart y a aquellos ingenieros 'locos' que exprimieron todo su talento en el viejo laboratorio PARC de la firma Xerox. (Fuente: www.eleconomista.es)

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