Hábitos mentales que necesitas para ser más fuerte emocionalmente

domingo, 3 de enero de 2021 · 00:10

Mundo. Las ostras que nunca han sido heridas no pueden producir perlas. Las perlas se deben a la intrusión de una sustancia extraña, como un grano de arena, en el cuerpo de la ostra. Esta, para defenderse, la recubre con diferentes capas de nácar. Así se forma la perla: el resultado de una herida cicatrizada.

La construcción de la resiliencia sigue un proceso similar. Como dijera Ernest Hemingway “El mundo nos rompe a todos, y después muchos se vuelven más fuertes en los lugares rotos”. Hay personas que se quedan atrapadas en el dolor y sufrimiento que provocan las heridas mientras que otras aprovechan la adversidad para fortalecerse y crecer emocionalmente. Esas personas no tienen súper poderes sino que han desarrollado algunos hábitos mentales que les ayudan a afrontar mejor la adversidad.

¿Cómo ser más fuerte emocionalmente?

1. Dejar de culpar a los demás y asumir tus responsabilidades
Hay personas que suelen culpar a los demás por todo lo que les sucede. Culpan a su pareja, al gobierno o al destino. Cualquier fuerza externa les vale para encarnar el papel de víctima y desentenderse de su cuota de responsabilidad. Estas personas terminan convirtiéndose en hojas movidas por el viento, sin ningún control sobre sus vidas, por lo que la adversidad las golpeará más duro.

Las personas fuertes emocionalmente, al contrario, tienen un locus de control interno, lo cual significa que interpretan muchas de las cosas que les suceden como una consecuencia directa de sus acciones. Tienen la tendencia a pensar que ciertos eventos son controlables y, por tanto, que pueden gestionarlos para alcanzar resultados positivos.

En vez de buscar chivos expiatorios, centran sus esfuerzos en cambiar todo aquello que pueden cambiar, una actitud que les permite tomar las riendas de su vida y afrontar mejor los momentos difíciles. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Melbourne reveló que, si bien el locus de control interno no nos libra por completo de la adversidad, al menos nos protege psicológicamente cuando ocurren esas desgracias.

2. Abandonar el diálogo interior negativo para abrazar un pensamiento constructivo basado en la autoconfianza
Gran parte de la fuerza emocional proviene de la confianza en uno mismo. Mientras que algunas personas se quedan atrapadas en su diálogo interior negativo pensando que van a fracasar, que no son lo suficientemente buenas o que no podrán superar ese obstáculo; las personas resilientes ponen en marcha un pensamiento más constructivo que les da fuerza para seguir adelante.

Las personas fuertes emocionalmente no abrazan un optimismo ingenuo, son plenamente conscientes de sus límites y debilidades, pero también conocen sus fortalezas, por lo que confían en que podrán recuperarse y lidiar bien con la adversidad. Estas personas tienen expectativas realistas y se plantean objetivos alcanzables manteniendo una actitud positiva en el proceso.

De hecho, un estudio publicado en la Journal of Experimental Psychology reveló que tener un ligero “sesgo optimista” nos protege de caer en la depresión. El secreto radica en no dejarse llevar por las primeras emociones negativas que se suelen experimentar tras una situación difícil, sino ser capaces de reevaluar lo ocurrido priorizando la información de valencia positiva. Así podremos atenuar el impacto negativo de los problemas y preservar nuestro equilibrio psicológico.

3. Olvidarse de la obcecación y la rigidez para desarrollar la creatividad y flexibilidad mental
Algunas personas se ahogan en un vaso de agua, otras intentan descubrir cómo flotar. Una de las claves para ser más fuerte emocionalmente radica en la capacidad para adaptarse a diferentes contextos. Las personas resilientes saben captar las oportunidades que pueden utilizar a su favor para recuperarse de las situaciones más difíciles.

También tienen la creatividad necesaria para buscar nuevas soluciones cuando las estrategias originales no funcionan. Y son lo suficientemente flexibles como para no apegarse a ningún plan de manera tan rígida que se convierta en un peso que les arrastre hasta el fondo.

Estas personas comprenden que para sanar la herida, no siempre hay que volver a colocar los pedazos rotos en su sitio, como si de un rompecabezas se tratara, sino que a menudo hay que encontrar nuevas formas de encajar esos pedazos. Eso puede significar encontrar un nuevo sentido a la vida, darle un vuelco radical o emprender nuevos proyectos. Se trata de usar el dolor y el sufrimiento de manera creativa para crecer.

4. Deshacerse del pesimismo crónico para desarrollar el sentido del humor
“Cometer errores es humano y tropezar es común; la verdadera madurez consiste en ser capaz de reírse de sí mismo”, escribió William Arthur Ward. No cabe duda de que el sentido del humor es esencial para nuestro bienestar emocional ya que resta impacto a los problemas y nos permite asumir una perspectiva más racional, aunque no se trata de ocultar los problemas ni de reprimir los sentimientos negativos, sino poner buena cara al mal tiempo porque eso nos dará ánimos para seguir adelante.

Mientras que las personas que se quedan atascadas en el sufrimiento desarrollan una visión pesimista que las conduce a la indefensión aprendida, las personas fuertes emocionalmente enfrentan los problemas con sentido del humor. Estas personas comprenden que ser resiliente no consiste únicamente en salir fortalecidos de la adversidad, sino que implica la capacidad para no derrumbarse en medio de la tormenta.

De hecho, psicólogos de la Universidad de Carolina del Norte descubrieron que el sentido del humor está relacionado con la resiliencia y el bienestar psicológico. No obstante, también alertan que no vale cualquier tipo de humor. Solo el humor que se enfoca en nosotros mismos y nuestras experiencias de vida está relacionado con la madurez psicológica y alivia la angustia que genera la adversidad.

5. Dejar de rendirse ante los obstáculos y empezar a automotivarse
Los contratiempos, obstáculos y problemas forman parte de la vida. De hecho, son una piedra angular del cambio y la evolución ya que a menudo dinamizan nuestro comportamiento empujándonos a salir de nuestra zona de confort. Las personas fuertes emocionalmente lo comprenden y, mientras los demás ven los problemas como una amenaza, estas los convierten en retos que les dan energía para seguir adelante.

Una actitud positiva no es garantía de éxito, pero una actitud negativa es garantía de fracaso. Y esto se aplica a todos los ámbitos, como comprobaron investigadores del King’s College Hospital de Londres, quienes alertan que la manera en que afrontamos una enfermedad puede incidir sobre su curso. En condiciones clínicas iniciales similares, quienes enfrentaban la enfermedad con desesperación, impotencia y fatalismo tenían un curso peor que quienes mostraban un espíritu combativo y se comportaban de manera resiliente.

Las personas fuertes emocionalmente son capaces de encontrar los estímulos adecuados para seguir adelante cuando todo parece ir en su contra. Logran automotivarse para persistir en sus objetivos, a pesar de los contratiempos y obstáculos. Esa actitud les permite reencontrar un nuevo equilibrio psicológico y salir fortalecidas de la adversidad, con más confianza en sí mismas.

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