Las imperdibles lecciones de liderazgo que dejó Steve Jobs

martes, 16 de febrero de 2021 · 00:35

EE.UU. Recientemente se publicó un pequeño compendio de 14 lecciones de liderazgo de Steve Jobs, realizado por su biógrafo oficial, Walter Isaacson.


La biografía completa bien vale la pena, pero en este pequeño libro Isaacson hace una gran labor de síntesis, abordando las principales lecciones de un hombre que, a pesar de sus muchas fallas, logró transformar el mundo y la manera en que la gente se conecta.


Como su nombre lo dice, el libro presenta 14 lecciones. Son lecciones sobre los negocios, la creatividad, el emprendimiento y la vida. En honor de la simplicidad, es pueden destacar las 7 principales, que pintan un panorama útil sobre la forma de pensar y de encarar el trabajo que tenía Steve Jobs, indica Entrepreneur.


1. Simplificar

"La sencillez es la máxima sofisticación" afirmaba Apple en su primer folleto publicitario. Eliminar todos los componentes innecesarios permite a un producto o sistema mostrar su verdadera alma.


Jobs aprendió a admirar la sencillez cuando trabajaba en el turno de noche en Atari tras dejar los estudios en la universidad. Es difícil de creer, pero los juegos de Atari no traían manual de instrucciones. Las únicas instrucciones del juego arcade de Star Trek eran: 1. Introduce una moneda. 2. Evita los klingons. Esto marcó el estilo de Jobs, quien desde entonces se mantuvo obsesionado con la simplicidad, la limpieza, la usabilidad y la intuición.

 

Esto requiere una pasión verdadera por eliminar partes innecesarias en los productos y en los procesos en aras de la economía y la sencillez. Simplicidad no es lo mismo que pereza o descuido.


2. Responsabilizarse de todo el proceso

Las empresas -y el mundo entero- están llenas de personas cuya frase favorita es "ese no es mi trabajo". Son personas que han sido educadas para presionar un botón, apretar una tuerca, cerrar una puerta. Asumen su parte en el proceso, pero evitan el proceso completo.


No les importa el producto final, ni la experiencia, ni la identidad del todo, sino solo hacer su parte, cumplir su trabajo y tener cubiertas las espaldas si algo sale mal. "No fue mi culpa", dirán. "Ese no es mi trabajo".


Los líderes se responsabilizan de todo el proceso. Siempre dan más de lo que se les pide, no porque desean aplausos, o quieren lucirse, sino porque, sencillamente, el proceso completo les duele en el estómago, en los huesos, en el alma. Jobs revisaba cada parte del producto, cada tornillo y cada conexión. Revisaba el diseño, la producción, la programación. En especial revisaba cada momento en la experiencia del usuario: la compra, el pago, el unboxing, la instalación y el uso.


Los líderes no gobiernan desde estados de resultados o briefings. Los líderes se mueven, se asoman, abren las puertas, saludan a las personas, revisan los diseños, abren los archivos, preguntan e invierten tiempo en sumergirse en el proceso completo. Es verdad que los líderes saben cuándo delegar, pero sobre todo, saben cuándo no hacerlo.


3. Distorsionar la realidad

El "campo de distorsión de la realidad" es una de las características más famosas de Steve Jobs, y fue llamado así por Steve Wozniak debido al impacto que tenía la confianza de Jobs en las demás personas. Cuando alguien -ya fuera un ingeniero de Atari, el mismo Wozniak o un ejecutivo de Macintosh- le decía a Jobs que algo "no era posible", Steve los miraba con intensidad. "Tú puedes hacerlo. Sé que puedes. Pero tienes que creerlo". La mayoría de las veces, éstas personas lograban lo que antes habían llamado "imposible".


En cuanto a los propios proyectos, hay que hacerse el hábito de no aceptar un "no" por respuesta, o un "imposible" por toda explicación. Como líder, uno tiene que creer que se puede dar más, que otros pueden dar más y que, mientras la competencia espera sentada a que sucedan las cosas "posibles", uno está dando un paso más allá.


4. Combinar las humanidades y las ciencias

Steve Jobs era un genio, de eso no hay duda. Pero su genio no consistía en ser un gran científico -había otros mejores, como Wozniak o Gates- y tampoco en ser un gran artista -también los había mejores-. Su genio consistía en funcionar como catalizador, como punto de unión entre ambos mundos: en crear algo nuevo en este punto dulce en donde la ciencia y el arte se mezclaban.


Jobs era apasionado del diseño y la estética casi tanto como de la funcionalidad y la velocidad. Sus programas y aparatos no solo tenían que funcionar bien: tenían que ser hermosos. En los negocios, en muchas ocasiones estas dos nociones se encuentran en constante tensión y pelea: los diseñadores y los ingenieros; los de ventas y los de administración.


Un buen líder debe tener conocimiento e intuición en ambas partes de la ecuación, y llevar a todos a trabajar con miras a un mismo producto o servicio.


5. Trabajar sólo con los mejores

"Mi trabajo consiste en ser sincero", decía Steve Jobs. Si bien el creador de Apple era famoso por su mal genio y su temperamento que podía parecer grosero, algo hay de verdad en su sistema. Muchas veces -y aún más, quizás, en nuestra cultura latinoamericana- podemos ser demasiado amables con las personas que hacen mal las cosas o que, sencillamente, no trabajan.


Si una empresa desea estar en la creta de la ola, entonces, el líder debe poder encontrar y trabajar con los mejores: personas con el conocimiento, la habilidad y la disposición de hacer las cosas bien.


6. Concentrarse

Cuando Jobs regresó a la junta de Apple en 1997, la empresa se encontraba desarrollando docenas de distintos prototipos y productos. No era una empresa sólida invirtiendo en investigación y desarrollo: era una empresa quebrada y sin foco.


Jobs caminó hacia una gran pizarra, descalzo, tomó un plumón y dibujó una tabla con dos filas y dos columnas, y después escribió: "Consumidor, Profesional, Escritorio, Portátil". Después dijo a su equipo: dejen todo lo que están haciendo y concéntrense en solo cuatro productos, uno para cada cuadrante.

Ese mismo día abandonaron más de 18 proyectos y se concentraron en cuatro productos. Estos cuatro productos salvaron a Apple de la quiebra y reinventaron el siglo XX. A veces no es falta de talento o capacidad lo que falla: es la dispersión.


"Decidir lo que no hay que hacer es tan importante como decidir lo que hay que hacer, y esto sirve tanto para empresas como para productos", dijo el mismo Jobs, según señala Entrepreneur.


7. Seguir "hambriento"

"Cambiar al mundo" es una frase tan trillada como absurda. Mientras la cultura y el mercado parecen forzarte a hacer las cosas igual, a seguir los mismos caminos, a comportarte y a encajar. Pero como el famoso anuncio de "1984" de Apple decía: "Piensa diferente. Este es un homenaje a los locos, a los inadaptados, a los rebeldes, a los alborotadores, a las fichas redondas en los huecos cuadrados. Aunque algunos los vean como locos, nosotros vemos su genio, porque las personas lo bastante locas como para pensar que pueden cambiar el mundo… son las que lo cambian".


Así que no importa si, al final, no se lo alcanza: lo importante es tener un sueño grande, absurdo, tan gigantesco que parezca imposible. Son estos sueños los que harán que uno se levante cada mañana emocionado, hambriento y con ganas de más. Son estos sueños los que empujan en busca de la perfección. (Fuente: IProfesional)

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